lunes, 27 de junio de 2011

EL ZAPATO DE DOÑA VIOLANTE

                                       El Zapato de Doña Violante



       Al entrar en la casucha de techumbre de paja y muro de adobe, los sonidos del martillo remendón, resuenan en la cabecita llena de piteras y de postillas  del niño harapiento y descalzo, que corriendo y a voz en cuello, diciendo “vienen los soldados, vienen los soldados” se acerca a su padre que sigue encorvado trabajando en una alpargata, donde el esparto se le estaba resistiendo.
       Antes de decir nada, irrumpen en la sala dos soldados con cascos, mallas y lanzas y con malas maneras indican a maese Sancho que recoja sus útiles de trabajo y que es requerido con presteza en el castillo.
        Aunque es joven, la subida apresurada y cargado con la bolsa con el cortador, el escarificador, repujador-marcador de perfiles de cuero, mallo, alicates, bruñidor, el martillo remendón y los cueros, espartos y telas diversas, hacen que llegue sin resuello y exclama “Por San Crispín que no puedo más”. Le empujan al interior del gran salón con chimenea, donde de pié está el rey Don Alfonso X, llamado el sabio, cuatro enormes perros están tumbados y peleándose por unos restos de comida . Sancho ha oído hablar de él.
         Mi mujer está reposando aquí por consejo de los médicos y de los físicos, quiero que para que esté cómoda, la hagas zapatos de cuero y alpargatas de seda. Serás pagado con cinco maravedíes. Vete .
        Al entrar en la sala de la torre, ve enmarcada por la ventana ojival a una niña de no más de trece años con coletas llorando.
        “Señora, señora. su esposo me ha encargado.......”
        “Es un bruto, no me deja en paz, me hace daño, me pega.....”
         “Doña Violante, no me cuente, soy el zapatero, por favor....”
        Al  colocar su pié en el escabel delante de Sancho, su vestido se onduló y  él se puso colorado, ella, al darse cuenta se rió y se rió hasta que las lágrimas volvieron a salir.
         Al rey  Don Alfonso, que tiene ya varios hijos bastardos, le parece que su esposa es estéril y que encima no es nada complaciente, sino fuera por el padre de ella, el rey Jaime de Aragón, se la devolvería, con el beneplácito del Papa y buscaría en Europa otra( Ha oído hablar de una sueca, Cristina cree que se llama). Él con 28 años y su mujer con 13, dónde está su sabiduría, cómo es capaz de casi repudiar a su esposa por no tener hijos y de maltratarla de esa manera.
         Al tomar medidas Sancho, del pequeño pié de Violante y mientras ella toca en la zanfona una canción triste y melodiosa, siente en su corazón, algo que no ha sentido nunca, sería capaz de cualquier cosa por ella. Su matrimonio, no fue deseado, sino que pasó porque tenía que ser así. Eran vecinos desde niños y sus juegos infantiles terminaron en la era.
          Al subir todos los días al castillo, por el camino, sentía que cada vez se alejaba más de los suyos, pero también que se acercaba al ser más indefenso y amable que nunca hubiera conocido. Se miraban embelesados, mientras sus damas tocaban canciones y en cuanto podían se escondían entre los árboles del jardín.
         Al cabo de tres meses, su trabajo casi estaba terminado. Había hecho unos botines de buen cuero con las puntas muy largas y retorcidas, con dibujo de rombos policromados en rojo y verde, además de un par de alpargatas, una de seda y otra de buena tela de algodón. Era el único artesano de zapatos en la región de Elda, en 1249, a su hijo no le gustaba la profesión ¿ Quedaría alguien en el siglo XXI que se dedicara a  este trabajo?.
         Al rey Don Alfonso X, llamado el sabio, le parecía que el reposo mandado por los físicos en estas tierras, cercanas al mar  y en el lugar que se llamará por siempre “El Pla del Bon Repós”  ejercía un efecto benéfico en su esposa, estaba alegre, cantaba y tocaba la zanfona con frecuencia .Estaba deseando que acabara de mejorar para volver a su reino.
        Al final pasó lo que tenía que pasar, ella quedó preñada de  Sancho, Don Alfonso consideró que ya estaba curada, Violante se quedó en Elda algún tiempo más y la familia de maese vivió un poco mejor.
Moraleja: Don Alfonso encontró la horma de su zapato.
       
       



        

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