miércoles, 15 de febrero de 2012

CONCURSO DE RELATO BREVE CIUDAD DE ARNEDO 2012 - ARENETUM

                                 ARENETUM.


En Arenetum, en el siglo II de nuestra era, vivía Titullus, un esclavo peregrinus que no tenía la ciudadanía romana todavía. Era amigo de juegos  de Gaius Antonius desde que eran niños. Además los dos trabajaban el calzado para el poblado. Como su amigo ya era ciudadano romano, tenía el título de propiedad de una pequeña tienda situada extramuros del foro.

Estaba cerca del río Cidacos y de él extraían el agua necesaria para cocer y ablandar los cueros y además para preparar los tintes para los cordones.
El poblado se situaba al pie del cerro donde se levantaba una fortificación de las legiones romanas que protegía el importante nudo de comunicaciones.
Era un buen lugar, estaba situado  en el cruce de la calzada que unía Calagurris con Numancia y la de Contrebia Leukade con Varea. Con cierta frecuencia, pasaban las legiones romanas, que gracias al empedrado, al barro y a la velocidad que llevaban, daban un trabajo enorme para la reparación de los campagus de los legionarios.

La Legión, era un imponente cuerpo del ejército romano de unos 6000 hombres de armas, 300 équites y un gran número de discípulos, sirvientes y esclavos. Además cada centuria estaba equipada con una carroballista, una gran ballesta montada sobre un carro y cada cohorte con una catapulta, lo que incrementaba la potencia de fuego en el asedio.
Pero lo que les daba trabajo a ellos era la forma de marchar que tenían, primero era que cada infante llevaba armas, parte de las tiendas para pernoctar y alimentos, por lo menos unos   veinticinco kilos, segundo la rapidez, pues hacían 30 Km en cinco horas y por supuesto el terreno, porque a pesar de ser Calzadas romanas, el mantenimiento y los hispanos que se llevaban las piedras para sus viviendas, hacían que el firme no lo fuera tanto.
Tenían un expositor de madera adosado al muro interior donde colocaban sus trabajos,  para las legiones unos botines flexibles, cómodos y resistentes con los dedos al descubierto ( los campagi campagus ), a los que a veces se adicionaban trozos de hierro para mayor protección. También Caligas o sandalias de soldados, las Baxae sandalias de fibras vegetales, las Crépida sandalias acordonadas que cubría gran parte del pie y utilizaba en gran medida la clase trabajadora. Las Carbatinas zapatos de un único pedazo de cuero. Los Sclponeae de madera tipo zueco usados por pobres y esclavos.

Trabajaban de sol a sol y aunque eran hombres libres tenían muchos gastos y debían pagar impuestos. Debían cuidar de mujer e hijos, pero a Titullus y Gaius les encantaba ir a cenar a la Caupona que era una tienda de bebida rápida y comidas frías ya preparadas en donde no había ni bancos ni mesas sino una barra al exterior y por un “as” se ponían tibios. El lugar se llamaba “el conejo feliz” y en la barra estaban las Copae que por poquito más te hacían un apaño.

Había una gran variedad de prostitución las Lupae que ejercían en los lupanares, las Noctilucae que eran nocturnas, las Fornicatrices que se lo hacen bajo los arcos de puentes y edificios, las Forariae en los caminos rurales, Las Bustuariae en los cementerios y las Prostibulae en la calle sin ningún control. Las demás estaban inscritas ante la oficina del edil con el nombre, edad, lugar de nacimiento y nombre de guerra y tenían la licencia stupri.
Ir de Copae, lo hacían muy de vez en cuando, pues era un sacaperreo y las mujeres estaban hasta el cunnus de ellos.

Lo normal es que por las tardes, cuando el sol se ponía, se sentaban en el scamun adosado al muro del taller que era un banco de piedra bastante cómodo. Colocaban chacinas, quesos y encurtidos entre ambos y comían a dos carrillos.  Sacaban una cántara de vino de la zona y en unos cubiletes de madera se servían unas porciones generosas de este preciado líquido que levantaba pasiones allá en Roma.
Procedía de una variedad de uva llamada balisca que procedía de la localidad bética de Oinoússa y que posteriormente pasó a Burdeos antes de que en esa región comercializara su propio vino.
Fueron los romanos los que agregaron azúcar para aumentar el grado de alcohol, refinaron el proceso de fermentación, usaron ollas de cobre en los mostos y usaban yeso para controlar la acidez.
Fue Plinio, uno de los historiadores romanos que más referencias hace del vino en sus escritos, quien escribió sobre esta variedad.
 Comentaban el dicho romano en boga de “Sin Baco ni Ceres, Venus tiene frío” y se reían.
 --“Gaius, cuando nuestros huesos se conviertan en polvo, ¿ quedará alguien aquí que siga nuestra obra o morirá con nosotros?”.-
-Nuestros hijos están ampliando estudios en Roma, no vendrán hasta dentro de un año y no creo que les guste nuestra profesión.-
-Tenemos que ir más de Copaes, Titullus.-
Ya por la noche, abrazados y cantando “o sole mío”, se levantaron y se fueron hacia sus casas, llegaron primero a la de Titullus pero no consiguieron llegar a traspasar la puerta pues la mujer empezó a lanzarles todos los zapatos que tenía en el zaguán, sycyonium, calceus, muleus, phaecasium, calceti, soleas, caligas, crépidas, baxeas, sandalium, carbatinas, chinelas, sclponeae, campagus y coturnos.



Gaius sangraba por la cabeza, pues el coturno que le dio era de  madera. Entonces  se dirigieron al acuartelamiento de la legión que estaba en el cerro, pues sabían que allí había físicos que le podían curar.
Mientras subían la cuesta y tarareaban “arrivederci Roma”, divisaron la entrada del campamento.  Ponía en un cartel “Legio VI ” y deseaban, que más allá del siglo XXI, en esta zona, siguieran con la tradición del calzado y de las vides.
Cuando Gaius vió al medicucho con aguja e hilo que se acercaba, se soltó de Titullus y se lanzó cuesta abajo hacia su casa, pensando en Escila su mujer y que también sabía coser.
Mañana sería otro día y otro coser y cantar.

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