Con esa exactitud tan característica de la ciencia, decido
abandonar el método hipotético deductivo.
Con esa tranquilidad, me levanto de la cama, dejando
insatisfecha a la joven de brazos cruzados.
En casa analizo qué es lo que he hecho mal.
La observación en el
pub, adecuada, joven y guapa.
La hipótesis también, mi apostura y mis tarjetas,
impresionantes.
La medida, un suficiente raspado, pero juguetona.
Y el método experimental fallido.
Decido asumir las conclusiones postmodernas y en éste caso
concreto, hablaré con expertos, es decir el urólogo y veré que competencias
tendré.
Observaré la oferta en el mercado y realizaré un discurso
performativo.
Mientras, me dirijo al baño.
Pero como Héroe Local, solo tengo una experiencia en una consulta del callista por un papiloma mío cuando estudiaba medicina.
El caso es que en Anatomía nos habían enseñado el recorrido del nervio frénico que inerva el diafragma y un truco.
En mitad del silencio de la consulta una mujer empezó con un ataque de hipo bestial y tod@s mirándola. Al rato me levanté y en voz alta me ofrecí para quitarla el hipo, que era estudiante de medicina y tal.
La expectación fue en aumento porque con su permiso, me levanté y me situé a sus espaldas y situando el pulgar en el hoyuelo de la clavícula, apreté y yo creo que ya antes de llegar había desaparecido el hipo.
La intervención acabó con aplausos, pero sobre todo con explicaciones de como hacerlo.
Para que veas Diógenes con que poco me conformo y eso que el tener un tipo como tú, de amigo, me engrandece más si cabe.
Cuando salió el callista nos pilló al grupo de pié en el centro y poniéndonos las manos en los hombros.
Gracias por tu relato pero la vida es más sencilla y eso es lo que digo a mi mujer, que los hombres somos muy simples.
Con una cerveza o wisky, con un poco de fútbol y si pasa de vez en cuando una mujer de buen ver y luego nos espera la felicidad en casa, pues miel sobre hojuelas.
Casi nada.
Un abrazo y gracias.
Un abrazo.
Un beso tórrido