JUICIO
Un dedo se introdujo en su boca y tocándole los dientes le forzó la hendidura hasta penetrar más profundamente.
Quiso retirarse pero su cabeza no
obedecía, estaba inmóvil y al albur de la persona que trasteaba en su cavidad.
Al tacto ya no era capaz de distinguir lo que tenía dentro, sí, que era duro y
frío, además producía un ruido sordo, un
crujido que llenaba su cráneo, que le obligó a cerrar sus ojos con fuerza.
De golpe, silencio y se relajó.
Mejor no dejarse meter dedos en la boca por lo que veo epifisis.
ResponderEliminarMe gusta, da yuyu y agobia el saber que no puede moverse.
Abrazos y adelante.
Yo lo veo desde el otro lado y hace poco me quitaron una muela y ahora lo entiendo mejor.
ResponderEliminarUn abrazo