TALLER
SEXUAL
Cuando el hombre se acercó al capó abierto de mi coche y
miró dentro por encima, su olor fuerte, como de almizcle animal, me embotó los
sentidos. Tuve que agarrarme al borde, un vahído y una humedad en la
entrepierna, hizo que me apoyara en él.
Soltó el trapo con que se limpiaba compulsivamente las manos
renegridas y me recogió en sus brazos y yo descansé mi cabeza en la dureza de
su pecho cubierto por su camiseta.
Mientras me llevaba hacia el taller, notaba su miembro en mi
muslo y me di cuenta que necesitaba una revisión de bajos.
Vaya Epífisis; decididamente tienes dominado el relato erótico.
ResponderEliminarUn saludo.
Este año, Alfonso, el verano viene muy calentito.
ResponderEliminarUn abrazo
Oye tío, yo tengo bastante deteriorados los bajos, ¿tú crees que me los podrán arreglar?
ResponderEliminarJo, siempre te pongo a huevo la respuesta
Sin ser cáustico en exceso, es casi imposible arreglar tus bajos sin perforar la tierra hasta el núcleo.
ResponderEliminarUn saludo