PAQUETE
ROMÁNTICO
Hace un día precioso en Madrid, desde la planta 14 del
Hospital la Paz y frente a la ventana,
la visión de la ciudad es fantástica, se ven las cuatro torres y en una
de ellas, el Hotel Eurostars Madrid Towers.
Si alguien entrara por la puerta me
vería con los brazos abiertos como intentando acogerla entre ellos, craso error, los tengo en sendos
cabestrillos o aviones como se decía antes.
Estoy escribiendo con la única mano sana y libre que tengo y
malamente, pues el resto o está escayolado o con vendajes. Pensaba haber pasado
un día muy especial y con mucho sexo y lo único que noto en mi miembro es la
sonda urinaria, uretral o de Foley.
Me molesta mucho y esta mañana
cuando ha venido la auxiliar, que qué mala suerte tenía bigote y muchos más
años que yo, se lo he dicho y ella me lo ha cogido sin miramientos, se ha dado cuenta
que llevaba todavía puesto el anillo constrictor con vibrador clitoridiano, que gracias a Dios se había quedado sin pilas
y que por debajo tiene un cordón con una bolita de bronce para la estimulación
anal y me lo ha arrancado de malos modos y me lo ha lavado con jabón que
escocía y me decía que era para quitar el barrillo que se queda en el reborde
de la sonda. He estado por decirla que se
quitara el barrillo que tenía ella en los belfos con piedra pómez.
Paquete romántico, ja, ja y ja.
Reserva desde hace un mes en una junior suite, con fresas con
chocolate, botella de cava y desayuno buffet y sin saberlo ella, mi mujer, 60
años estupendos y 36 de casados conmigo. Creo que lo sabía, porque cuando me
arrimaba me decía, el 3, el 3.
Sorpresa, se lo digo el viernes y esa noche, tampoco, mañana,
mañana como el Mota.
Como la entrada era a las tres de la tarde, decidimos comer
de camino, en una marisquería de Santa Engracia y allí cayeron unos albariños,
se le había olvidado las gomas del pelo para el spa y entramos en un chino, le
compré una braguita blanca sexy de puntillas por dos euros, yo notaba una tensión en la entrepierna y deseaba estar ya
en la habitación.
En recepción yo le decía a la señorita, venga, venga y me
dice, vaya, vaya al lobby que le van a dar unas copitas de cava. Mi mujer, que
rico y fresquito, hazme una foto y yo, mira, que no estamos para perder el
tiempo.
Ella, que no está acostumbrada, estaba un poco achispada y yo
ya no la entendía del todo y cuando entramos en la habitación, vacié todos los
geles que había, también el de afeitar y empecé a llenar la bañera de
hidromasaje, puse la música erótica que llevaba descargada desde un mes antes,
abrí la botella de cava y nos tomamos otras dos copas. La dejé apoyada en el
sofá y la desnudé.
Me fui a la habitación, hice lo mismo y volví como Capitán
General con mando en plaza, bueno, como recluta presentando armas y con un
anillo constrictor.
Me empujó al sillón, me dijo que esperara, se fue por la
puerta del baño, volvió con la braguita en la cabeza y el cacharro con el
chocolate caliente y las fresas, tropezó en un mueble y me lo volcó todo en la
bandera izada.
El grito, aterrador, se debió de oír en todo el hotel, me
miré y al vérmelo todo achocolatado, me incorporé en un santiamén, por momentos
veía ampollas.
Me dirigí al baño y al ver la espuma, que empezaba a salirse
por el pasillo, me metí dentro de la bañera y sería por los nervios o por el
exceso de geles, comencé a correr como en las películas de cine mudo y al
querer sujetarme me proyecté al exterior, hasta contactar con la televisión de
plasma, que cayó estrepitosamente.
Mi mujer seguía en el sofá cuando por la puerta entraron el
de seguridad, seguido de varias mujeres del hotel y algunos clientes de las
habitaciones contiguas alertadas por el escándalo.
Yo tumbado, inhiesto todavía pero con un color como de cubano
en el tono, no en el tamaño, miraba atontado, mientras me cogían entre varios y
me bajaron en el montacargas para llevarme a La Paz.
Y aquí estoy, solo en la habitación, mi mujer dice que se
avergüenza y que no viene y yo con ganas de hacer pis y con miedo de que venga
la de antes.
Toco el timbre para que venga la auxiliar, al rato se abre la
puerta y entra un armario de dos cuerpos de mujer y me dice con una voz de
camionero:
-“Dobroye utro”.-“¿Chto s toboi?”
*
*Buenos días ¿Qué te pasa? En
ruso
de verdad cuanta imaginación , me parecío buenísimo, me reí cantidad, no se pueden hacer fechorías a ciertas edades jejeej, porque luego pasa lo que pasa,ese chocolate caliente uufffffffffff, que dolorrrrrrrr.
ResponderEliminarUn beso y un poquito de hielo para refrescarjejej.
Puri
Aunque no te lo creas Puri, hay mucho de autobiográfico, pero la sangre no llegó al Hall del hotel.
ResponderEliminarUn beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAlgunas cosas son verdad. Otras, imaginadas.
ResponderEliminarSigo avergonzada.
Pero me dejaste solo en el Hospital.
ResponderEliminarEso no se hace