ARDOR
ESTIVAL
Se deja caer en un charquito en
el césped y chapotea.
Debe chupar un poco de sangre,
para su metamorfosis.
Por la noche, desde la pared
intuye a sus huéspedes, porque no se les ve, pero sabe que están haciendo lo
que ella hace unas horas, pues a sus órganos sensoriales le llega el anhídrido
carbónico exhalado, la humedad, el calor y el sudor corporal.
Se acerca y vuela en zigzag alrededor de los humanos pero el aleteo de
unas manos le hacen huir volando.
De repente una oleada de calor y los cuerpos
se aquietan y aprovecha para hundir los estiletes de su mandíbula en el glúteo
y a la vez, una mano tatúa su silueta en la piel, mientras una gota de sangre
se dirige al canalillo.
Tu escrito, aunque es una maravilla, es ...digamos .... demasiado obvio, no he tenido que pensar, ni elucubrar lo que se dice nada, y encima con esas imágenes, me lo has dado todo mascadito... jajajajajajaj
ResponderEliminarUn besote
Rosy
Es que menuda diferencia Rosy con tu escrito. Es un jeroglífico encima de un palimpsesto y en otros idiomas. A mí con manzanitas.
ResponderEliminarUn beso
Pobre mosquito, quien le manda intentar hacer un trio...
ResponderEliminarMuy bueno Epifisis.
Saludos.
Es el verano que los tiene endemoniados y hacen de todo.
ResponderEliminarSaludos
El mosquito intruso,que molestos son, en cualquier situación y mas aún en la que tu describes en tu relato, aunque claro el pobre mosquito no sabe del mundo de los humanos ni la mitad, el se mete donde le place y claro pasa lo que pasa.
ResponderEliminarO será que quería comparar..........
Un besito libre de mosquitos intrusos en este caluroso dia de verano en Vigo
Puri
Puri, que buenos recuerdos de Vigo, estuve de niño en la Ramallosa en unos veranos del cole en una residencia de monjas en Nigrán. Que bueno Bayona, islas Cíes, playa América, Oporto y Santiago.
ResponderEliminarQué suerte ser la Dulcinea del Atlántico.
Un beso