martes, 14 de julio de 2015

ESTA NOCHE TE CUENTO - 2015 - BICICLETA - POLUCIÓN EN EL RÍO


                              Polución en el río
 

 Qué cierto es, que son para el verano.

Sentada  en la barra lateralmente, sus brazos me acogen y camino del rio, mientras sus muslos suben y bajan  dándome en el culo, yo me voy excitando.
 
 

Me echo hacia atrás y le noto, no sé donde empieza y acaba la barra, ya no le acaricio, la última vez nos caímos.

Si hay muchos baches me agarro a la tija, igual de dura y me sigo mojando.
 
 
 

Subimos a la poza que nos gusta, más arriba de la garganta de los infiernos, metemos en el agua helada la bota con vino de pitarra y unas cerezas, la fiambrera fuera.

Ya desnudos, nos introducimos en el agua y nuestra piel reacciona como  piel de gallina, nuestros pezones se endurecen y nos sentamos en una especie de sillín, donde nos tocamos, estamos solos, no sé si existe algo mejor.
 
 

Me quito la horquilla, me suelto la melena y le doy al manubrio, hasta que a pesar del agua del deshielo, tengo que usar del freno. Se pone  como una moto y le intento poner una cubierta nueva pero no llego a tiempo, se abre la válvula y la poza se llamará la garganta profunda.
 
 

AQUEL BESO ROBADO - 2015 - CONCURSO ANUAL "LA PICOTA DE JERTE"


 

 
                                                                                 AQUEL BESO ROBADO
 
 
 

No recuerdo los años que tenía, ni su nombre, pero al comer una picota y antes de introducirla en la boca, la pongo entre mis labios y aflora, el olor, el sabor,  la juventud de aquellos veranos en Jerte.

 

 
Me apuntaron mis padres en la escuela, para recuperar no se cual asignatura cateada en la ciudad, fui a rastras, pero al entrar estaba ella, calcetines caídos, vestido a cuadros y unas coletas.
 
 
Me sonrió y  sus dientes o su lengua húmeda,  provocó en mí un azoramiento tal, que los demás niños se echaron a reír.
Me cogió de la mano y me sentó a su lado, notaba su pierna como fuego que me traspasaba.
Miró mi pantalón, levantó sus ojos a los míos, los cerró y yo fui suyo para siempre.
 
 
En el recreo, detrás de la higuera, a su sombra, se colocó una picota gorda, roja intensa entre los labios y me invitó a morderla a la vez que a ella.
 
 
Puse los míos sobre la fruta y entonces ella, abrió más la boca y me abrazó en un beso profundo con la fruta por en medio, mordisqueando la pulpa interminablemente, respirando por la nariz como peces fuera del agua.