jueves, 3 de noviembre de 2016

GANADOR DEL MONSTRUOCOPIO ENTC 2016 FOTO CALAVERAS, MÚSICA GREGORIANA Y RELATO DE LA MOMIA (EPI )

Monstruoscopio 3             


 
 
 






LA MOMIA:  POR FIN SOY TUYO ETERNAMENTE
Haced el bien y tendréis la eternidad para estar en el Paraíso. ¡Y un pezón de teta novicia!, llevo dos lustros y un día oyendo la monserga de los vivos de arriba.
Esto es un sin vivir, huy que gracioso soy, nona, vísperas, completas y vuelta a empezar, maitines y laudes.  ¡Socorroooo!, demonio,  llévame contigo al infierno, alguna abadesa buenorra habrá.
Cantan fatal y me retumba  en la bóveda craneal y encima esto, veintiocho frailes juntos y el Benito, trucha total, que se ponía toca alada por la noche me lo han colocado detrás, me ha hincado el colmillo en la tonsura. Antes estaba por mis huesos, ahora más.
Se frota conmigo y produce un fuego fatuo, azulado, precioso. Tócame los maitines, porfita.

NOCTÁMBULA:  EXPIACIÓN.
Tan solo un calcáreo espacio de calavereas vacías. Sin sonido. Solo tal vez el aire que atraviesa el muro por sus oquedades. Y sin embargo, para Jacinto, el estrenado monje, representaba el motivo de haber tomado los hábitos tan tardíamente: allí depositadas, estaban las vidas de otros.
El padre Prior, único conocedor de su historia, había ordenado que fuera él, y no otro, el que cuidara del osario. De esa forma el novicio, en las angostas paredes de la celda conventual, expiaría su culpa, cuando en la noche esa imagen de huesos se presentara ante él, recordándole que todos aquellos que por su mano sangrienta habían muerto, ya no podrían ser para el monje otra cosa que fantasmas, remordimiento e infierno terrenal.


  1. María Elejoste (Mel) Reply
    mensaje de Mefistófeles desde los infiernos abisales a La Momia:
    ¡Caramba Momia! Un relato genial, digno del enorme esfuerzo que tuve que realizar para obtener la imagen. Primero convenciéndoles para que se dejaran hacer -aún respiraban- y luego para que ninguno se moviera mientras sacaba la instantánea. No ha sido en vano. A ver si nos sale una Noctámbula marchosa que dé más calor al fuego eterno.
    Mefis.
  2. María Elejoste (Mel) Reply
    mensaje de La Momia a Mefistófeles
    Querido y odiado Mefistófeles, así que mi amigo fraile del relato te invoca para irse contigo al averno y tú, que eres más malo que la quina le pones al Benito detrás.
    Pues entérate, la noctámbula ha quedado conmigo, dice que soy un momio.
    La Momia
  3. Jesús Garabato Rodríguez Reply
    ¿Pero esto qué es? ¿Un pudridero o el paraiso subterrenal?
  4. María Elejoste (Mel) Reply
    Sí, sí, esto.empieza a apestar…
  5. Paloma Casado Reply
    Hasta con esa imagen tan truculenta se pueden escribir cosas tan descacharrantes: “Antes estaba por mis huesos, ahora más” genial.
  6. Cristóbal Peña Relaño Reply
    ¡¡Qué bueno, por favor!!…,jajajaja..,para morirse de la risa…, a falta de una “abadesa buenorra”, no queda más que conformarse..jajaja…, ay! ese fuego fatuo.., maravilloso texto.
  7. Ángel Saiz Mora Reply
    Y a eso le llaman la paz eterna, con tanta actividad. Nunca son las cosas como nos las cuentan, hay que verlas por nosotros mismos.
    Esto sí que es humor negro.
  8. M.Carme Marí Reply
    ¡Qué bueno!
    El pobre tiene motivos para quejarse, si además tiene un colmillo en la tonsura…
    Precioso texto, fuego fátuo incluído.
    (creo que sé quién eres, jeje – cuando se descubran los nombres, veremos si acierto 😉
    Un beso!
  9. María Elejoste (Mel) Reply
    Mensaje de La Momia Para M.Carme Mari,
    por favor dímelo, porque llevo tantos siglos vendada que no se si soy mujer u hombre. Espero impaciente a Noctámbula para que me desenrede.
    Beso fétido
  10. María Elejoste (Mel) Reply
    De momia para Noctámbula:
    Por tu fabuloso relato, intuyo en ti una sensibilidad especial, dulce y morbosa.
    Anhelada Noctámbula, tu nombre llena mis sueños de inquietas imágenes, únete a mi y deslíame. No hagas caso de Mefistófeles, es un flojo.
  11. Mariángeles Abelli Bonardi Reply
    Para LA MOMIA: muy bien descripto ese convivir que es un sinvivir que le retumba a la pobre calavera en la bóveda del cráneo. Salvando las distancias, este asunto de tener que aguantar ese corito de voces desafinadas me retrotrae a mi propia situación con mis vecinos del piso de arriba, tan “silenciosos” ellos…
    La imagen del Benito con toca alada es muuuy graciosa…
    ¡Muy buen micro, me encantó!
  12. Mariángeles Abelli Bonardi Reply
    Para NOCTÁMBULA: El hábito no hace al monje, y este micro lo prueba a las claras. ¿Expiará realmente sus culpas el tal Jacinto? Más bien yo creo que se siente a gusto allí…
    Como dice el dicho, a cada santo le llega su San Martín.
    Muy buen micro; me gustó.
  13. María Elejoste (Mel) Reply
    Noctámbula a La Momia
    Querida Momia, con esa sensibilidad tan especial, que dices debo tener, solo puedo cantarte al oído, en medio de la noche oscura.
    Lía con tus brazos, un nudo de dos lazos
    que me ate a tu pecho, amor.
    lía con tus besos la parte de mis sesos
    que manda en mi corazón.
  14. María Elejoste (Mel) Reply
    De Momia a Noctámbula:
    Fíjate Noc, que creo conocerte, una persona sensible, que sabe muchas canciones y que pone las letras enteras.
    El problema sigue siendo que desconozco mi género, para un acercamiento, bueno, hoy día, no, hoy noche, es más moderno no hacer distingos. Total, solo nos queda la eternidad.
    Beso pútrido, tu momia

ATOCHA,1918 - Ganador del IV Concurso de Relatos Hiperbreves ma non troppo "La Siguiente la Pago Yo"


                                                                            ATOCHA, 1918
Creo que soy expósito y no sé la edad que tengo, ejercí de soguilla en el embarcadero y en la glorieta, peleándome a diario con los mozos de cuerda y con los municipales, que me corrían a porrazos.


 Aunque renco, doy gracias por lo que me pasó en la estación de Mediodía.

Dormitaba una tarde en el andén, encima de un carretón, pues estaban en huelga los mozos, cuando un bastón se me clavó en el abdomen, un petimetre me miraba desde lo alto y me obligó a llevar un baúl enorme rematado en los bordes con metal.


Al subirlo con la soga y por las prisas se me resbaló y me rompió la rodilla, sacándola de su sitio.



Mientras gritaba de dolor, el lechuguino me golpeaba con el bastón y me hubiera matado de no ser por la intervención de una monja que se interpuso y que con la ayuda de otra me llevaron al Hospital.



El de los huesos me recompuso como pudo, me escayolaron y pasé a una nave enorme con un biombo alrededor.

Vino la monja con una palangana y se sentó a mi vera, era joven y guapa, con una toca alada blanca y que me sonreía. Empezó a quitarme la ropa y yo me resistía, me acarició, nadie lo había hecho antes, me dejé. Me pasó la esponja por todo el cuerpo, tuve una erección y ella se puso como un tomate, yo me tapé con la sábana.

Cuando pudo me llevó a un cuartucho del sótano, donde dormía y me enseñó a amar y a ser amado, aprendí a leer y a arreglar los cadáveres y así entré en la profesión.


Durante dos años trabajé con un fotógrafo de Embajadores en la realización de fotografías postmorten y acudíamos a domicilios y creábamos situaciones normales como comer, leer con el muerto, si era niño, jugando y los familiares alrededor. Arreglaba los muertos del Hospital para su enterramiento.



Con tantos fallecimientos por la gripe, esas fotos han pasado de moda.

El olor entra por la nariz, ojos y boca y te hace llorar, aunque lleves años haciendo lo mismo.

 Al abrir el arcón de mármol, la vaharada de formol te golpea la cara, te das la vuelta y coges el siguiente cadáver de la carretilla, que has traído del sótano del Hospital de Sabatini.

Están magros de carne, la epidemia de gripe deja a todos por igual y cuesta meterlos en la pila pues está a rebosar y se enganchan los miembros de unos con otros, empujo con las manos y a veces con el pie.


No se quejarán los estudiantes del Colegio de Cirugía de San Carlos, hasta el año pasado, se peleaban por los restos y a veces había que trocearlos, los legales, procedentes de la justicia, pocos y los íntegros escasos.







Al embalsamar un cadáver reconocí al petimetre en él, el recuerdo me cegó, con el escalpelo le corté los genitales y forzándole la boca rompiéndole varios dientes se los introduje en ella y lo  devolví  al velatorio tal cual.

Cuando me llevaban los alguaciles, mi ángel alado lloraba en silencio.

La siguiente la pago yo: Fallo del Jurado del IV Concurso de Relatos Hiperb...

La siguiente la pago yo: Fallo del Jurado del IV Concurso de Relatos Hiperb...: Reunido el Jurado del IV Concurso de Relatos Hiperbreves ma non troppo "La Siguiente la Pago Yo" en el Café Cósmico de Madrid, y...

miércoles, 3 de agosto de 2016

A LA PALESTRA - VERANO 2016 - ESTANOCHETECUENTO - JUEGOS OLÍMPICOS


                                                 A  LA PALESTRA
 
 
 

 

Áyax y Odiseo, giran mirándose a los ojos, los brazos por delante, agachados y dispuestos a saltar como un resorte para asir al contrario.
 
 
 
 
 
 
Sus cuerpos brillan al sol por el sudor y el aceite que sus esclavos han extendido por sus cuerpos desnudos, musculados.
 
 
 
 

Luchan en la Palestra, con las gradas y las columnas en semicírculo, repleta de  compañeros, mentores y sirvientes, que los jalean sin desmayo.
 
 
 

Traban sus cuerpos, resbalan, los jadeos y el frufrú del roce acallan los gritos, Odiseo hace voltear a su contrincante, colocándose a su espalda, como uña y carne, manteniendo el agarre más de la  cuenta y va notando como su miembro se endurece notando el culo de su adversario.
 

Áyax se deja caer y le proyecta sobre su cabeza y queda en posición puente, intenta pasar al otro lado para desequilibrarle pero un obelisco se lo impide, desiste.
 

Se pone encima y con sus piernas lo abraza, sexo con sexo, separa con los pies los talones de Odiseo y el puente se derrumba, los omóplatos chocan en el suelo y Áyax le mantiene pegado a la palestra, cuenta, le mira a los ojos, deja de contar y le besa en los labios.
 
 
 
 

viernes, 27 de mayo de 2016

LA MALDICIÓN DE LA PERLA NEGRA – EPÍFISIS - ENTC - MAYO 2016

 

26. LA MALDICIÓN DE LA PERLA NEGRA – EPÍFISIS

 
 
                       
Mishishi, mi mujer, era pescadora Ama y mientras yo salía a faenar al Pacífico Norte, bajaba a 25 metros en inmersión libre como apneísta a recoger ostras perlíferas.


 La recuerdo a la entrada de la cabaña, con su cesto de mimbre entre las piernas, desnuda y con su cuchillo abriéndolas y haciendo una incisión en el molusco, rebuscar en su interior y la sonrisa en su cara de porcelana al extraer una perla, que se introducía en la boca para limpiarla.


 Separaba en un cuenco las vendibles y en otro las negras para su collar.


 Las enhebró con un hilo de seda largo y varias vueltas y solo con el collar, caminaba por la casa, rápida, sutil, invitándome a poseerla.


 Cuando hacíamos el amor, me encantaba chupar a la vez perlas y pezones, igual de negros.
A veces para llegar al orgasmo entraba en apnea, me gustaba y su cara pasaba de un cutis nacarado a un rojo pasión.


 Aquel día, su rostro pasó a cerúleo y al intentar revivirla, el hilo se rompió y las perlas cayeron al futón y de ahí al tatami y cuando el tintineo y el rodar cesaron, se hizo un silencio sepulcral.