viernes, 27 de mayo de 2016

LA MALDICIÓN DE LA PERLA NEGRA – EPÍFISIS - ENTC - MAYO 2016

 

26. LA MALDICIÓN DE LA PERLA NEGRA – EPÍFISIS

 
 
                       
Mishishi, mi mujer, era pescadora Ama y mientras yo salía a faenar al Pacífico Norte, bajaba a 25 metros en inmersión libre como apneísta a recoger ostras perlíferas.


 La recuerdo a la entrada de la cabaña, con su cesto de mimbre entre las piernas, desnuda y con su cuchillo abriéndolas y haciendo una incisión en el molusco, rebuscar en su interior y la sonrisa en su cara de porcelana al extraer una perla, que se introducía en la boca para limpiarla.


 Separaba en un cuenco las vendibles y en otro las negras para su collar.


 Las enhebró con un hilo de seda largo y varias vueltas y solo con el collar, caminaba por la casa, rápida, sutil, invitándome a poseerla.


 Cuando hacíamos el amor, me encantaba chupar a la vez perlas y pezones, igual de negros.
A veces para llegar al orgasmo entraba en apnea, me gustaba y su cara pasaba de un cutis nacarado a un rojo pasión.


 Aquel día, su rostro pasó a cerúleo y al intentar revivirla, el hilo se rompió y las perlas cayeron al futón y de ahí al tatami y cuando el tintineo y el rodar cesaron, se hizo un silencio sepulcral.


 

lunes, 16 de mayo de 2016

GRAVIDEZ - ABRIL 2016 - ESTA NOCHE TE CUENTO

15 Abr 2016
                                                                                        GRAVIDEZ   

                       
Mi primer viaje de tripulación mixta al espacio, está escrito en las estrellas.


 Tres rusas ricas, como la ensaladilla y como el roce hace el cariño y todo el día flotando por la nave, que si te cojo, los pechos como flanes, bamboleantes, lo mío, como la antena, inhiesta, empezamos a intimar y yo a idear para tener algo de intimidad.


 

 Nos sentíamos vigilados y cuando nos metíamos mano, nos avisaban que si el pulso se aceleraba mucho, que si la tensión, que todavía existía un poco de guerra fría entre nuestros países.


 Nos metimos unas gomorresinas extraídas del tronco del zapote en la boca y jugando, nos la pasábamos por el vacío, para ver quien atinaba más.

 Los americanos siempre hemos repartido los chewing gum a espuertas, aunque les tirásemos bombas. A mi señal, tapamos las cámaras a la vez y por fin nos quedamos aislados.

 Nos costó desnudarnos, las ropas esparcidas por la nave, el lío de brazos y piernas un caos y tardaron un millón de años luz en intentar ponerme el condón, yo estaba a punto y se produjo el big-bang más inoportuno.


 Llamamos, “Houston tenemos un problema”.


Mis hijas se llaman, Ekaterina, Tatiana y Anastasia