domingo, 30 de junio de 2019

PAS DE DEUX


                                                                                    PAS DE DEUX





Si malo es estar enamorado como un verraco, el primer bailarín ruso lo está de Odette.

En estado flácido, le cuesta ponerse la malla tan ajustada, pues parece un pepino.



Hoy es el estreno, va a asistir la familia Romanov, el teatro de la Ópera está a rebosar.



Sale del camerino, entre bambalinas ve a su chica y sufre una erección. La música le da la entrada y el público aúlla al ver semejante bulto, dando saltos por el escenario.

 Anastasia se tapa los ojos y la obra se acerca al momento cumbre del “pas de deux”, innovador.



Sigfrido realiza unos pirouettes, hace girar al cisne blanco sobre un pie e inicia una levantada o porté, con tan mala pata que se apoya sobre el miembro.



 Un chasquido se oye por encima de la orquesta cuando los senos cavernosos del pene se rompen, provocando una cipotimia, muerte inmediata del bailarín.


viernes, 28 de junio de 2019

COLITIS


                                                                                                COLITIS





Me siento joven, los años no pasan, la tengo dura como cuando tenía veinte años. Me la intento coger y no puedo, tengo los brazos pegados a los muslos, me estoy poniendo nervioso y entonces me empiezan a picar los huevos.



Abro los ojos, los párpados parecen lápidas y me encuentro rodeado de gente como yo, sin piernas, parece un urinario, se oyen los chorros matinales, me entran ganas y aprieto, un dolor me sube desde el pito a los riñones.

 No recordaba tener cálculos.

Cené un filete a la piedra y me la comí también.

Un retortijón, como una fractura tectónica, hace que los vecinos giren sus cabezas con un crujir de vértebras, no veo ni espejo ni váter, la vergüenza y la urgencia hace que avance a saltitos.



Se me relaja el esfínter y una cascada de canicas ruedan por el parquet.



“Pedrín, deja a tu padre, tiene resaca”.

jueves, 27 de junio de 2019

KGB


                                                                           KGB





A los pies de la cama, de la suite del Hotel  Tverskaya, desnudo, sonrío mientras me miro en el espejo.

Se abre la puerta del baño y entra Petirroja, con unas braguitas, liguero y medias con blondas de color picota, me coloca una mano en el pecho y me tumba en el tálamo.



Quiero intimar con ella, pero sin decir nada, me agarra del miembro. A punto del desmayo, veo que la otra mano lleva un puñal, con la pierna la volteo y salto sobre ella, innecesariamente, de su cabeza dislocada un reguero de sangre me mancha las manos.



 A veces para salvarse hay que convertirse en asesino.

Me visto raudo, me deslizo por las sombras, me apoyo en una fachada y veo enfrente el Mausoleo de Lenin, sigilosamente, penetro.



Me acerco a la momia y me acuesto a su lado.

Necesito un escándalo internacional.




¡Ay del Ejército Rojo!.

Creo que se ha movido.

Van a abrir.





Empieza la cuenta atrás.


miércoles, 26 de junio de 2019

PARASOMNIA, PARA QUÉ


                                                     PARASOMNIA, PARA QUÉ







Durante varios años, en el orfanato, la cuidadora, se acercaba sigilosamente  a mi cama y retiraba de golpe la ropa de cama. Muchos días, la mancha amarillenta delataba que me había hecho pis.


Las risas y los dedos acusadores aún me persiguen y no he conseguido hacer todavía una vida normal. Durante toda la jornada las sábanas y el colchón de lana se iban secando y el escarnio duraba durante el estudio y en el recreo.



 Por la noche, el olor y la humedad retrasaban mi sueño, eso y los ruidos del dormitorio, pues mi meada era la única defensa cuando los chicos mayores abusaban de mi cuerpo. Muchas veces me pillaron dormido y entonces las vejaciones eran asquerosas. 

 Entre varios me sujetaban y me tapaban la boca y otros me sodomizaban o se corrían en mi cara.

Las duchas me aterraban, me llamaban gorrino y todo eso era para ser menos apetecible a los sátiros de mis compañeros del hospicio.



Recuerdo las reprimendas mientras se oreaban las sábanas  al viento y yo, sin poder decir nada pues mi vida correría peligro.  Ahora soy profesor de primaria.