jueves, 27 de junio de 2019

KGB


                                                                           KGB





A los pies de la cama, de la suite del Hotel  Tverskaya, desnudo, sonrío mientras me miro en el espejo.

Se abre la puerta del baño y entra Petirroja, con unas braguitas, liguero y medias con blondas de color picota, me coloca una mano en el pecho y me tumba en el tálamo.



Quiero intimar con ella, pero sin decir nada, me agarra del miembro. A punto del desmayo, veo que la otra mano lleva un puñal, con la pierna la volteo y salto sobre ella, innecesariamente, de su cabeza dislocada un reguero de sangre me mancha las manos.



 A veces para salvarse hay que convertirse en asesino.

Me visto raudo, me deslizo por las sombras, me apoyo en una fachada y veo enfrente el Mausoleo de Lenin, sigilosamente, penetro.



Me acerco a la momia y me acuesto a su lado.

Necesito un escándalo internacional.




¡Ay del Ejército Rojo!.

Creo que se ha movido.

Van a abrir.





Empieza la cuenta atrás.


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