lunes, 1 de julio de 2019

CORTEJO SENSUAL


                                                                                    CORTEJO SENSUAL


En medio de la barahúnda del pub, con gente disfrazada, la música española de los 80 en directo muy alta, me encuentro disfrazado de Drácula, sentado  a una mesa con mi copa.



En los 22 años que viví en Las Palmas, no solía estar parado,  bailaba y me metía con otras mascaritas. Desde los sesenta y tantos que tengo ahora,  observo y mi mirada recorre el local. Parándome,  ora en una pareja de bailarines, ora en la juerga de algunos amigos de copas que gritan por no entenderse.



A cierta distancia, en la barra, un foco iluminaba a una pareja sin disfrazar, él peinaba canas, ella atractiva, como si la luz creara un aura que los separase de los demás mortales. En su cápsula, la música era otra, estaban solos y de pie.  Se movían a un compás lento, sutil, erótico, ese que hace que nos aproximemos o alejemos  casi sin contacto y que se convierte en un juego eterno.



La sonrisa de él, le hacía parecer más directo, más depredador. La sonrisa de ella, más felina,  hacía que no se  supiera quien era la presa.  Sus manos como zarpas,  bailaban alrededor del cuerpo del macho sin tocarlo, enervándolo aún más.



Estoy asistiendo a la conversión del cortejo sexual de los documentales de la 2, en uno sensual.  Más largo, quizás porque vienen de otras historias. Lo más seguro, porque en las  segundas oportunidades, algunas cosas se cuidan más.



Como un voyeur, embelesado por el ritual  de ataques y huidas, besos y caricias, tengo envidia sana y noto un pálpito en mi bajo vientre.

Se marchan. Me acerco.



María y Rubén, felicidades.







PADDY FOX’S. NOCHE DE HALLOWEEN 2018

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