viernes, 27 de septiembre de 2019

MARRÓN GLACÉ PARA ENTC


                                   MARRÓN GLACÉ




Esta mañana salí de la sala de electro shock muy contento, veinte sesiones en total. Ya era capaz de mirar un marrón glacé en su envoltorio, sin tener síntomas de ningún tipo.




He pasado un año malísimo, sin poder pasear por las calles, ni pasar por delante de una pastelería.


En qué momento decidí ir aquella noche a ver ese espectáculo erótico al club de la esquina. Varias copas después, empezó el show, yo estaba en la primera fila.
En medio de la pista, una barra vertical, se atenúa la luz y comienza una música suave y envolvente.




Entra una mulata, desnuda y depilada, baila y hace molinetes en un pole dance impresionante. Se para de espaldas a mí, agachada, y la boca se me hace aguas al contemplar un marrón glacé perfecto de color, meloso y jugoso.


Actuaron siete más, cada una con su castañita, todas diferentes, unas más hechas, otras menos, una peludita, que me provocaron un priapismo contumaz durante una semana. 



Me creía curado, pero esta tarde en una esquina, una castañeira gritó “calbotes, calbotes”.



                                           He recaído.





18 Respuestas





  1. ¡Corcho, Epi! me has pisado el título. Claro que mi relato es más pacato. Tú siempre estás pensando en lo mismo, lo mismo que todos claro. La culpa la tiene JAMS que propone esos colores tan provocativos.
    Siempre es un placer leerte.
    Suerte.




  2. Salvador Esteve
    Hay demasiados dulces en todas sus acepciones para que un simple electroshock mutile nuestro apetito. Muy divertido y para nada empalagoso, Epi,ja,ja,ja. Un abrazo y suerte.




  3. Milagros Sánchez
    No podía ser otro quien lo escribiera, ciertamente Epi, porque…
    «Te mueves mejor que las olas
    y llevas la gracia del cielo
    la noche en tu pelo
    salero español.»
    ¡Aplausas sonoros!




  4. Ángel Saiz Mora
    Un tratamiento de shock puede ser útil contra una adicción, pero las imágenes son instrumentos poderosos, el cerebro se mueve por ellas, por lo que otra serie de conmociones en cadena diferentes puede devolver todo al punto de partida, lo que hace bueno aquel refrán de «al final, la cabra tira al monte».
    Si algo no se puede negar en tus historias es el estilo personal y la coherencia temática.
    Un abrazo, Epi

domingo, 1 de septiembre de 2019

Primer Premio en Categoría Ciencias de la Salud “I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”

CITA EN LA GLORIETA


Ganadores del “I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”


Es un verdadero honor para mí publicar hoy los microrrelatos ganadores de esta primera edición del “CONCURSO INTERNACIONAL DE MICRORRELATOS MÉDICOS AMIR", organizado por AMIR MÉXICO en colaboración con CITA EN LA GLORIETA y TOPmicrorrelatos. Muchísimas felicidades a los ganadores y enhorabuena a todos los participantes; hemos recibido centenares de microrrelatos de altísima calidad en ambas categorías.

Muchísimas gracias a todos los participantes, a los seguidores de CITA EN LA GLORIETA y TOPmicrorrelatos, por vuestro apoyo en las redes, y a Ana Grandal, Rodrigo Prieto Aldape y Osvaldo Reyes, por acompañarme en el jurado de este concurso tan especial para mí.

Un abrazo fuerte,

Javier Alonso García-Pozuelo, Presidente del Jurado


PREMIADOS EN CATEGORÍA GENERAL



TRÁNSITO
Elena Bethencourt Rodríguez
Doña Eulalia entra en la consulta como un elefante en una cacharrería, quiere saber cuánto le queda para salir del hospital, ¿y qué puedo decirle yo si no sé? Suspiro. Me armo de paciencia. No puedo darle nada, aparte de conversación, pero hago como que la ausculto y se tranquiliza por fin.

Detrás llega Olga, sin llamar, me enseña sus heridas y me pregunta cuánto falta para irse. Menos, le respondo —por decir algo— y le pongo vendajes nuevos, a sabiendas de que es inútil.

Unos minutos después aparece Manuel —por tercera vez hoy— con la misma dolencia de siempre. Se queja de que su situación no ha mejorado nada aquí. Tiene razón, de hecho ha empeorado. Le digo que no se preocupe, que solo está desorientado y confuso, como todos, pero que pronto verá la luz.

Así pasan los días. Unos se van y otros llegan. En realidad no puedo ayudarles, pero no me cuesta nada atenderlos, aunque sea así, intercalados entre los pacientes de verdad, por lo menos hasta que sus almas salgan de Urgencias
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1er Premio en Categoría General
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”

CUM LAUDE
Rafael Olivares Seguí
He pasado mala noche y me siento indispuesto, así que acudo a primera hora al Centro de Salud que se encuentra a dos calles. El servicio de visitas sin cita se encuentra abarrotado. Tengo la suerte de que me atiende un médico joven, muy simpático y atento. Después de auscultarme la frente, tomarme el pulso en el lóbulo de la oreja y la tensión en el tobillo, me dice que tengo pleura en el cerebro, colesterol en el corazón derecho y algo de arritmia en el pulmón inferior, pero que, afortunadamente, no está afectado ningún órgano vital. Me prescribe sal de frutas y me invita a que pase por su consulta particular que abrirá pronto, cuando consiga aprobar la Anatomía y la Patología.

2° Premio en Categoría General
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”

LA RENDICIÓN
Ana Pilar Gros Mostajo
Hace tiempo que observo mi cuerpo como algo ajeno a mí. Como si lo mirara desde fuera. Desde que estoy postrada en esta cama articulada, parece zona de guerra: todo son escombros, nada funciona. Aunque mi esencia, mi alma, se mantiene intacta: sigo siendo yo.

Los bombardeos diarios de esta maldita enfermedad me deterioran, inexorables, sin afectar en forma alguna a mi mente. Mi enemigo usa armas de destrucción masiva, pero selectivas en sus objetivos. Es lo más terrible de todo. El único que se da cuenta de esto es mi marido. Pobrecito mío… veo cómo me mira, con inmensa ternura. Cómo me cuida, cómo me limpia, con extrema delicadeza. Él también es una víctima, un daño colateral.

Años atrás, cuando aún me quedaban tropas de asalto para encarar las batallas, le hice prometer que si llegado el momento de capitular no podía levantar yo la bandera blanca, él lo haría por mí.

Hoy, usando mi albedrío como única arma, siendo capitana de mis propias voluntades, le he pedido, implorante, con mis expresivos ojos verdes, que sea mi instrumento. Que me ayude a rendirme. Voy a entregarme
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3er Premio en Categoría General
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”




PREMIADOS EN CATEGORÍA CIENCIAS DE LA SALUD



NECROPSIA
Alejandro José Pozo de la Cámara (España)
Una luz potente hiere mi retina, despierto y veo una lámpara de quirófano de cinco focos y mi reflejo en el cristal, desnudo, encima de una mesa dura.

Oigo una puerta batiente y aparecen una médico y mi mujer, que me mira con sorna, pienso, ¡Ha sido ella!, ¡Me ha envenenado!

Se acerca a mí y musita un “adiós” solo para mis oídos. La forense la abraza, y la lleva hacia la puerta con ojo de buey.

El ayudante coloca los condrotomos, escalpelos y escoplos.

Ella coge el escalpelo y lo aplica en mi pecho haciendo un dibujo oval limpio, no siento dolor.

Cuando retira la plancha de costillas, veo desde el reflejo, mi corazón que late convulsamente. Se aproxima a mí, me besa y me dice “yo cuidaré de ella” y tomando el bisturí secciona limpiamente la aorta y las cavas y la sangre empieza a fluir.

Mis ojos se nublan y cuando la forense saca mi corazón con las dos manos, yo ya lo estoy viendo todo desde fuera de mi cuerpo y dejo en la sala de autopsias a la amante y en la sala de espera a mi amada, bueno, a su amada
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1er Premio en Categoría Ciencias de la Salud
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”


OFICIO
Emilio Alberto Restrepo (Colombia)
- Bájese sin escándalo… deme las llaves, no quiero matarlo.
- Tranquilo, no me haga daño, no dispare.

No tenía opción. A tropezones, con una opresión en su pecho y una voz apenas más temblorosa que sus piernas, se bajó; viendo aquella mirada fiera, contundente, entendió que era un experto, un profesional.

Entonces, sin quererlo, lo miró a los ojos. Hubiera deseado no haberlo reconocido…maldijo. Se sintió miserable cuando se oyó balbuceando como un imbécil:

- Mendoza…¿no me reconoce? Soy el doctor Restrepo, el que lo operó cuando usted llegó herido al hospital. Recuérdeme, Mendoza; yo lo cuidé, nos hicimos muy amigos cuando usted casi muere abaleado.
- Claro que me acuerdo, médico. Yo estoy vivo gracias a usted. Pero usted estaba trabajando, hizo bien su labor... Ahora yo estoy en mi trabajo y hago muy bien mi oficio.

No sintió nada. Pensaba que las balas dolían al entrar y se alegró de que no fuera así. Le pareció muy duro el suelo y triste la forma cómo se diluyeron recuerdos, afectos, apegos, el orgullo, ese cuerpo que ya casi no estaba, ese líquido caliente que humillaba su hombría, ese frío que le desgarraba el alma...
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2° Premio en Categoría Ciencias de la Salud
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR”


PAREIDOLIA*
Paola Tena Ronquillo (México)
Hay una sirena diminuta fosilizada en la piedra que adorna la chimenea, y dos amantes se encuentran y se dejan devorar por las llamas mientras se besan apasionados en la puerta del armario. Osos de peluche surcan el cielo y tú dices que me amas solo con mirarme. Quiero creer que lo que de verdad existe son las sirenas, los amantes ardientes, los osos voladores y tu amor, y no la cotidiana realidad de la piedra, la madera, el cielo y tu indiferencia.

* Fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio es percibido erróneamente como una forma reconocible.

3er Premio en Categoría Ciencias de la Salud
“I Concurso de microrrelatos médicos AMIR