SAN
ROQUE
La banda tocaba un pasodoble y yo,
sentada en una silla.
Era Roque, de permiso de la mili.
Estaba muy cambiado, guapo y repeinado, diferente de aquel año en la era, una
noche de luna llena.
Acodado en la barra, se tomó un
quinto y se volvió. Me vio y con pasos lentos vino a mí.
Mi corazón me golpeaba el pecho
mientras mis amigas me daban codazos. Se agachó y me pidió bailar y yo le dije,
no.