sábado, 28 de abril de 2012

CONCURSO RELATO ERÓTICO 2012 - RETALES LITERARIOS - CUMPLEAÑOS

                                                     CUMPLEAÑOS

Querido amigo, ayer fue mi cumpleaños y hoy estoy en un hospital escribiendo con la única mano sana y libre que tengo, pues el resto o está escayolado o con vendajes. Pensaba haber pasado un día muy especial y con mucho sexo y lo único que noto en mi miembro es la sonda urinaria, uretral o de Foley.

Me molesta mucho y esta mañana cuando ha venido la auxiliar, que qué mala suerte tenía bigote y muchos más años que yo, se lo he dicho y ella me la ha cogido sin miramientos y me la ha lavado con jabón que escocía y me decía que era para quitar el barrillo que se queda en el reborde de la sonda. La muy puta, he estado por decirla que se quitara el barrillo que tenía ella en los belfos con piedra pómez.
Sabes que hace unos meses dejé de salir con mi novia y desde entonces no había vuelto a acostarme con ninguna chica, así que las ganas eran que ni te cuento.
 Entonces pensé en hacerme un regalo en mi día y contacté con un teléfono del País, en donde se ofrecía una chica joven, liberal con pechos turgentes, universitaria y con varios idiomas, me parece que francés, griego y no sé si búlgaro.
Me mandó foto por correo electrónico después de darle mi número de tarjeta del banco y realmente era espectacular, yo creo que era Heidi Klum, sobre todo, porque lo que me iba a costar.
Contraté un servicio completo en mi domicilio con comida y luego toda la tarde, así que me arreglé y salí a la tienda del gourmet de la esquina y no me corté para nada, un buen cava reserva, vino blanco, bueno dos, caviar, almejas vivas, cigalas y langostinos de Denia.

Para después, ya tenía en casa para las copas.
Luego me fui a una tienda que conocía, Canela en polvo y compré aceites, geles excitantes, velas olorosas afrodisíacas y unos aparatitos eléctricos, vibrador y un huevo con mando y un anillo constrictor para mí.
Cambié las sábanas y puse unas de raso.
 Coloqué por todas partes las velas y también seleccioné la música, la más calentona que tenía tipo chill-out y varias versiones del je t’aime moi non plus.
Con tanta preparación me excité y tuve que aliviarme, pues no era de recibo que con lo que me iba a costar el evento actuara como un joven en su primera vez y tuviera una eyaculación precoz.

Me abrí una botella de un albariño que tenía fresquito, mientras empezaba a preparar en la cocina el menú e iba picando de aquí y de allá y no sé si sería por las tres o cuatro copas que llevaba o por el afrodisíaco del marisco, que me tuve que aliviar otra vez.
Puse una mesa preciosa con velas, la hora se acercaba y yo estaba de lo más nervioso.
Sonó el timbre y pegué un respingo del susto, cogí el telefonillo y venga a gritar, quién es, diga, diga y ya de repente, oigo golpes en la puerta. Estaba detrás de la puerta, tonto de mí, me quité el delantal y abrí.
No era Heidi, pero se parecía, impresionante, me quedé parado en medio de la puerta y al rato me empujó suavemente, me besó en la mejilla y me dijo que si quería hacerlo en el descansillo. Nos reímos y cerramos la puerta.

Era además de muy guapa, muy simpática y disfrutamos de la comida. El alcohol empezó a surtir efectos y a los postres y con las copas ya nos habíamos contado nuestras vidas varias veces.
Llevaba una ropa muy sexy y ajustada y me puso como un burro y con la excusa de ir al baño me alivié por tercera vez, como las negaciones de San Pedro.
Pasamos al salón y con las copitas y la música lenta, bailamos agarrados un buen rato y le comenté que antes de pasar a la cama tenía medio preparado un baño en mi bañera redonda. La encantó pero me dijo que en su casa tenían la costumbre de esperar dos horas entre la comida y el baño.

Cuando se acercaba la hora fui al baño y comencé a llenarla, pues tarda un montón por lo grande que es. Eché los geles y coloqué los adminículos en la repisa de la bañera, y encendí las velas.
Volví al salón por ella y se había quedado dormida en el sofá, me costó despertarla y los dos sujetándonos mutuamente nos dirigimos al dormitorio. Yo que me había imaginado un streptease maravilloso, pues no, cada uno se quitó la ropa como pudo, dejándola tirada por el suelo.
Reíamos y aplaudíamos mientras no metíamos en la bañera, sin mirarnos siquiera y empezamos a salpicarnos como niños. A pesar de todo me excité y quise tomarla, pero sería por el exceso de gel que se me escurría o por la cogorza que teníamos que comenzamos a girar en un baile frenético como en una feria.
La sonrisa se nos borró de la cara y en uno de los giros los aparatos eléctricos se cayeron dentro, a mí me dio un calambre del quince y al querer rescatarla se me escapó de los brazos y salió volando hacia las cortinas volcando las velas e incendiándose.

Salí como pude pero como estaba todo enjabonado me deslicé sin freno a por la tele de plasma que cayó con estrépito, rompiéndose en mil pedazos.
Nunca había llenado la bañera tanto y sería por eso o porque la ley de Murphy se cumple inexorablemente, que el suelo se abrió y caímos al dormitorio de los vecinos que estaban durmiendo la siesta, ella encima del armario.
Recuerdo estar tumbado en el suelo, desnudo con el pito tieso y los vecinos mirando con la boca abierta.
Y aquí estoy, en el hospital con un año más, y arruinado, pues el seguro dice que no está cubierto y mi Heidi me ha demandado por daños físicos y morales.

martes, 24 de abril de 2012

2ª EDICIÓN RELATO BREVÍSIMO MANDARÍN - 2012 - ¿...................?

                                                       ¿...................?



-¡Hola! ................... ¡eh!..................te estoy hablando a ti .......  ¿estás leyendo esto?.....pues entonces es a ti.
-¿Estás solo?......................mira detrás ,....................................estoy contigo, no notas mi presencia......................................no has notado en el cuello una pequeña brisa.................................ese soy yo.

-Por favor baja un poco el foco que me molesta, .......................mis ojos ya no son lo que eran, .......no quiero importunarte, pero en mi dimensión los colores son demasiado brillantes.

-Estás pensando lo que yo, hace unos días, esto es una tontería y dejo de leer.
-NO,.........eso hice yo y ya no tengo solución, pero tu si.
-Vas a notar un escalofrío en la  espalda.............................................................¿ya?...................¿no?......................................relájate,    no, no, te estás poniendo tenso y así no puedo entrar en ti.

-No te preocupes, yo ya no soy ni masculino ni femenino, pero necesito poseerte........................¿me notas?..........................................sigue leyéndome por favor...................queda poco   ............ no, no, no, te resistes ,...................................................venga apaga la luz.............ya..............está....................................cierra el ordenador .................................................... y vamos a la cama.

2ª EDICIÓN RELATOS BREVÍSIMOS MANDARÍN - 2012 - EL RAVAL

                                                           
                                                                           EL RAVAL


                                                                                                                                                                           Llueve mucho sobre Barcelona y hace frío, una mujer  sale de la iglesia de Sant Agustí y se dirige hacia el carrer del Carme con el bolso en una mano y con la otra aferrando el paraguas.

Se dirige hacia el barrio gótico y en cuanto entra en sus calles empedradas el sonido de la lluvia adquiere  un volumen mucho más alto que asciende por los muros de piedra y produce ecos en todas las esquinas.
Es casi de noche y el frío cala los huesos, choca con un ciego al que tira al suelo, se vuelve y continua caminando, llegando a la Catedral.

Se parapeta en un saliente del muro, pliega el paraguas y espera.
Ve venir de lejos a una pareja, se pone tensa y cuando llegan a su altura saca un cuchillo del bolso y se lo clava a él en el pecho.

Se arrodilla y llora.

lunes, 23 de abril de 2012

CONCURSO MICRO - RELATOS NH HOTEL - 2012 - ESPAÑA - LA BRASILEÑA

                                                                      LA BRASILEÑA

-¿Recepción?, soy Olga Arellano de la 73, ¿Cuándo está prevista la llegada de Don Mario?, gracias.
Se va a enterar el muy pendejo, con lo meloso que se ponía llamándome “ la brasileña” y haciéndome carantoñas. Fue allá por el año 1973, pero desde entonces si te he visto no me acuerdo.
Llevo media vida , qué digo, toda la vida siguiéndole por todo el mundo y siempre llego tarde, pero en esta ocasión, estoy alojada en el NH donde él vendrá. Me estoy poniendo guapa, aunque creo que soy ya muy mayor y es posible que no me reconozca.

El muy huevón, toda la vida en los periódicos, en las televisiones con esa sonrisa, ay, qué sonrisa, ésa, esa fue la que me perdió.
He visto por los salones al poeta, al esclavo y al jaguar, a Zavalita y a Ambrosio, también a Urania y a Julia. Luego en el casino estaba Pichula Cuellar, Lituma y Roger, riéndose y jugando a la ruleta. Se va a liar parda.

Pero se lo tiene merecido, por echar hijos al mundo y luego abandonarlos a su suerte, a los hijos hay que cuidarlos siempre.

domingo, 22 de abril de 2012

III CONCURSO DE RELATO CORTO " LA MALETA DEL TÍO PACO " - 2012 - ESPAÑA - TRES CARTAS TRES

1ª CARTA  -  JULIO  -  CORCHETES   

 Querido primo Facundo, espero que te encuentres bien al recibo de la presente y que tu familia esté bien de salud. Yo aquí, en la capital, os echo mucho de menos y estoy deseando terminar el bachillerato para poder volver al pueblo con las mozas y con el ganao, bueno también por vosotros pues me encanta ir a bañarnos al río  e ir a garullas a comer la fruta que pillemos, melones, membrillos o lo que sea.
Me han suspendido en lengua, un cero, es injusto. ¿Que qué es un corchete?.
 El corchete sé muy bien lo que es, ya te digo, con lo que me cuesta desabrocharlo del sujetador y del body. Pues no me costó nada aprenderlo con el de tu hermana, cuando se lo ponía uno de nosotros en el río y hacíamos prácticas. Hasta lo he dibujado, en esquema, para que se entienda. He comentado en plan relato, algunas de mis experiencias con mis amigas, en plan fino, no te creas, que no he comentado aquella vez que se lo rompí a la Gertru, porque me puse  muy nervioso y con la excitación, tuve un arrebato lujurioso y se lo arranqué de cuajo.

He sido el que más ha escrito, dos folios, pero me he empezado a mosquear cuando al ir a entregarlo, he visto “corchetes”, en plural y me he dicho, este modelo no lo conozco, he vuelto a mi pupitre y he puesto:
Postdata, si la chica tiene mucho pecho, se ponen corchetes.
He salido del examen bastante contento, pero mientras recogía la cartera, el profe del instituto lo estaba mirando y se ha sonreído. He dicho para mí, eso es que le ha gustado.
A pesar de la rectificación, me han dejado para septiembre, al recibo de esta carta, cuéntame los nuevos modelos de corchetes de las mozas del pueblo, no quiero volver a suspender. Quiero ser un hombre de provecho.
Sin nada más que decirte y hasta la próxima se despide tu primo que te quiere
                                                            EULOGIO

2ª CARTA – SEPTIEMBRE - CUÑAS O CORCHÁNGULOS

Te escribo otra vez, para decirte que ahora sí, voy a aprobar, aunque no te creas, que venían por mí. Me han preguntado por las cuñas, en plural, pero para listo, yo.
He empezado por poner que hay gran variedad de tipos de cuñas y que iba a explicarlas lo mejor que supiera.

Primero las cuñas de madera que se usan para fijar los muebles y que no se muevan si están un poco descuajaringados.
También las cuñas se introducen en las grietas y con un martillo se golpean para resquebrajar las piedras.
Coloquialmente y fíjate que redicho soy se refieren a los enchufes de los estudios o para trabajar cuando conoces a alguien importante.
Y luego lo que mejor me sabía y ahí me he lucido.

He puesto: Las cuñas son cacharros de plástico, bajitos y achaparrados, que suelen estar en los hospitales y se les ponen a los enfermos para que hagan pises y cacas, delante de la familia sin levantarse ni molestar.
Que digo yo, que sería mejor que se levantaran, pues no es agradable ver al abuelo cambiar de color por el esfuerzo, oir los punes y ese cierto olor a podrido que te deja anestesiado.
También los he visto metálicos como de aluminio-

El nombre de corchángulos ni me sonaba, pero la o sé que significa o una cosa u otra y es que ya me lo dijo mi padre “Serás un hombre de provecho”.
Ya te diré primo pero de ésta me hago bachiller y sin nada más que contarte y dándote recuerdos para tu familia y para ti se despide tu
                                EULOGIO

3ª CARTA   -  FEBRERO  -   LLAVE  O  LLAVES

Querido primo, en septiembre, el sinvergüenza del profesor me suspendió y eso que te conté lo bien que lo había hecho.
Pero lo peor y lo mejor me ha sucedido en el examen extraordinario de febrero.
Pusieron “Llave o llaves” y me lo sabía de pe a pa, al dedillo.
Cada vez entiendo menos al profesor de lengua. Me llamó a su despacho y me dio el examen corregido, con un cero y flecha hacia abajo. Escondió su cabeza entre los brazos y se echó a llorar, con una pena tal, que me contagió. Y yo con los ojos llenos de lágrimas fui desgranando lo que había puesto:
-Instrumento metálico para abrir puertas.
-Para aflojar tuercas.

-Regular el flujo de un líquido.
-Mecanismo del arma de fuego.

-Asignatura llave. Aquí el profe lloraba con más intensidad y golpeaba la mesa con el puño.
-Instrumento de los sacamuelas.

-Mecanismo de algunos instrumentos de viento.
Al llegar a este punto, se levantó, dio la vuelta a la mesa, me cogió por las patillas y acercando su cara mojada a la mía, me dijo APROBADO, nunca serás un hombre de provecho.
Así que he aprobado y vuelvo al pueblo, que estoy deseando estrujaros a ti y a las mozas en el baile de la plaza.
El primo que te quiere
                                          EULOGIO

jueves, 19 de abril de 2012

III CONCURSO DE RELATO CORTO " LA MALETA DEL TÍO PACO " - 2012 - ESPAÑA - PENNA SCRIPTORIA

                                                                 PENNA SCRIPTORIA

Cuando recibí una carta fechada en Cuba y el remite de una oficina de abogados no sabía a que se podía deber. Rasgué el sobre, saqué el folio escrito con una pulcritud extrema y un sello del bufete de abogados en el extremo superior derecho y se me comunicaba el fallecimiento de mi abuelo paterno, desconocido para mí.

En sus últimas voluntades, me dejaba una escribanía antigua en plata y si quería adir el testamento, tenía que mandar una escritura notarial.
Con un padre separado desde mi infancia y una madre fallecida hacía ya varios años y una gran curiosidad hice lo que se me pedía y quedé a la espera de recibir el paquete de correos.
Un mes después y con el aviso en la mano, en la oficina me entregaron un bulto enorme que con gran esfuerzo cogí.

Lo desembalé con sumo cuidado y fueron apareciendo los diferentes objetos que componían una preciosa escribanía en plata: Una bandeja o salvilla con una escena en bajorrelieve del Ángel Caído, un tintero, un plumillero con sus plumas de ave afiladas, una salvadera o también llamado arenillero, una campanilla y un cuchillete o abrecartas delgado y largo.

Luego leí en un tomo de la enciclopedia que se usan para los diestros las plumas del ala izquierda de la oca o del ganso o de los cisnes porque así el extremo se separa de la cabeza del que escribe y no molesta gracias a su curvatura.
Lo coloqué en la mesa de despacho y el efecto era impresionante, muy cuidado.
Decidí usarlo y compré tinta negra en una tienda especializada, su composición era infusión de agallas y sulfato de hierro (caparrosa verde).
De papel compré media resma de un gramaje especial y de gran blancura.

Llené el tintero y con la pluma que me pareció mejor conservada la introduje en el líquido negruzco y entonces sentí como ascendía por el cálamo y me transmitía a mi mano como un tremor que me invadió sucesivamente el brazo y luego todo el cuerpo obligándome a apoyarla en el papel.
Yo asistía involuntariamente a los movimientos rápidos y precisos de la pluma que se deslizaban por el papel, escribiendo un texto muy oblicuo y muy denso, que no entendía bien y como mi mano cuando faltaba tinta, se volvía a introducir en el tintero.

Estaba  aterrorizado y así escribí sin querer dos folios. La punta de la pluma rasgueaba sobre el papel produciendo un sonido armónico, mientras fluía la tinta sin emborronarse, ni salpicar.
La letra con la que había escrito no era la mía y firmaba con el nombre de mi abuelo y en el texto me ordenaba la muerte de todas las personas que habían provocado su expulsión de España y su ruina económica.
El primero, mi padre que aunque no se había preocupado mucho de mí, lo quería.

Rompí el papel, lo tiré a la papelera, pero mi mano volvió a coger la pluma y escribió rápidamente lo mismo y en primer lugar el nombre de mi padre. Intenté con la otra mano entorpecer la escritura pero no pude conseguirlo.
Lo guardé en la caja del embalaje y lo puse todo debajo de la cama. Días después llamó mi padre para pasarse por casa y aunque intenté que desistiera no lo logré.
Sonó el timbre un día y yo no quería abrirle, pero el tremor me poseyó y lo recibí en el salón. Le traje la caja y le enseñé lo que me había dejado en el testamento el abuelo y al leer la hoja que yo escribí, reconoció la letra de su padre. Se echó a reír convulsivamente y en ese momento aferré con fuerza el abrecartas y se lo clavé en el ojo izquierdo atravesando nariz y saliendo por el paladar.

Ante la cara de sorpresa que se le quedó, saqué el estilete y se lo metí por el mismo agujero pero en horizontal hacia el cerebro, la sangre me salpicó la cara, cayó sobre el sofá y yo sobre él y mi brazo subía y bajaba sin parar hasta que su cabeza era ya una masa sanguinolenta.
Quedé horrorizado por lo que había hecho, no quería matar más gente y tomé un cuchillo con la mano izquierda, como diestro que soy y con más fuerza en esa mano, me cogió la muñeca  y no pude clavármelo.
Abrí la puerta de la calle y al salir aproveché que la mano derecha iba por detrás para cerrar con fuerza y pillarla con la blindada, grité y dirigiéndome a la cocina deprisa para que no se me pasara el adormecimiento del brazo, lo puse en la madera de trinchar y con un hachón del taco de cuchillos me rebané la mano a nivel de la muñeca. Chillé como nunca lo había hecho, me puse como pude un torniquete y me bebí media botella de coñac.

Entonces me até al muñón la pluma y mojando el cálamo en la sangre de mi padre y de la mía, que asciende por capilaridad, escribo este papel para que nadie sea acusado de lo que aquí ha pasado y que el único culpable he sido yo y la escribanía de mi abuelo.
Cuando lo termine, desanudaré el torniquete y me desangraré hasta morir y esa será la rúbrica del documento, en rojo.
Escribo en plenitud de facultades mentales y solicito que mi cuerpo sea incinerado y como última voluntad, junto a la escribanía de plata.

Que Dios me perdone, porque yo no lo he hecho,

miércoles, 18 de abril de 2012

III CONCURSO DE RELATO CORTO " LA MALETA DEL TÍO PACO " - 2012 - ESPAÑA - DEVUELTA

                                                                         DEVUELTA

Llovía y al entrar en el portal mientras cerraba el paraguas vi en el buzón un sobre que asomaba junto a unas cartas del banco. Me precipité hacia ella y al sacarla sin abrir el cajetín se rasgó, pero comprobé enseguida que era la que yo había mandado hacía ya un mes más o menos o quizás dos y en la dirección, impreso con un sello negro, las palabras que más daño provocarían en mi corazón.

Devuelta por ausencia, ignorado paradero actual.
Subí hasta mi casa, dejé la compra en la cocina y como estaba, empapado, me senté en el orejero y terminé de sacar las tres hojas del sobre. Antes de desplegar los folios ya estaba llorando, porque no había llegado a tiempo, porque yo la mandé tarde, porque ella se fue pronto y yo no me arrepentí antes de lo que ella tardó en abrir la puerta y salir corriendo.
Tanto lo quería que cuando me contó que se lo tenía que llevar, en ese momento deseé morir y que ella muriera conmigo. Tenía que hacerla daño como fuera y con las palabras que es lo que mejor hago se lo dije. Le insulté, le humillé, le dije que ya no lo quería y que me venía muy bien que se lo llevara, pues así aprovechaba para ahorrarme un viaje y que fuera ella la responsable de cuidarlo.

Se volvió en el descansillo y antes de empezar a bajar por las escaleras me dijo a gritos que tenía quince días para arrepentirme y que le mandara una carta y que si le pedía perdón por todo lo que yo le había dicho, que se lo pensaría y que sería posible tener una custodia compartida, teniéndolo los fines de semana alternos y un mes en vacaciones cada uno.

Me quedé tan cabreado, que cogí la botella de wisky y bebí durante horas casi hasta llegar a la inconsciencia y me dije que ella no se valdría de él para chantajearme, que por mucho que lo añorara, no se lo demostraría y que se arrepentiría en pocos días de habérselo llevado y que me lo devolvería en perfecto estado.
Malo fue cuando nos separamos, pero peor ha sido el odio y todo lo que llevábamos en nuestro interior que afloró en el mismo momento de decidirlo.
De los diez años de casados, solo los cinco primeros fueron de dicha y felicidad completa, fue llegar él y empezar a tener nuestras primeras diferencias.
Al principio, inocentes, déjamelo a mí que yo lo cuido mejor, que no tonta  lo hago yo. Luego hirientes, cortantes, la familia se dio cuenta e intentó mediar entre nosotros, pero ya habíamos cruzado la frontera del respeto.

A partir de ahí empezaron los empujones y arrebatos por tenerlo y la situación se hizo tan insostenible que por el bien de él y de nosotros y de mutuo acuerdo, decidimos separarnos y con régimen de custodia compartida.
Y así ha sido durante cinco años, hasta que hace un mes, sucedió que un día vino hecha una furia y me lo arrebató y yo o no supe que decir o no quise que sufriera un maltrato, y la dejé marchar con él.

Pero fue cerrar, dando un portazo, cuando en ese momento se me vino el mundo encima y ya empecé a recordarlo. Me di cuenta que lo necesitaba yo, más que ella y que él mismo y las lágrimas afloraron y me dejé caer, resbalándome por la pared.
Permanecí así durante la noche entera y por la mañana ya estaba redactando la carta para pedirla perdón, pero cuando estaba llegando al final me arrepentía y la arrugaba con mis manos y la tiraba contra la pared. Tenía el parquet lleno de pelotas de papel y yo estaba hasta las pelotas de ser tan frágil y tan calzonazos y me revolvía y me levantaba y cogía otra vez la botella.

Estuve un mes con lo mismo, escribo y la rompo, no acudí al trabajo, no quise abrir a nadie de mi familia. Perdí el puesto de trabajo, mis hermanas ya no querían hablarme y entonces una de las veces que estaba tan borracho que no me tenía en pie, al ir al baño me resbalé y me golpeé en la cabeza con el lavabo.
No sé si perdí el sentido, yo creo que lo recuperé, pues entonces escribí la carta de un tirón, me vestí y bajé a la calle a buscar un buzón con la mayor ilusión del mundo y cuando la introduje por la ranura tuve la sensación de que todo se iba a arreglar.

Desde ese día y aunque fuera improbable que me contestara tan rápido bajaba las escaleras de cuatro en cuatro con la esperanza de ver en el buzón la tan ansiada carta y así ha sido durante todo este mes, hasta hoy.
Ahora que me he quedado frío, tanto mi cuerpo como mi corazón, sé que ya nunca más volverá a estar conmigo. Tantas y tantas veces que he jugado con él y el pictionary que me regaló mi madre en un cumpleaños lo he perdido para siempre.


sábado, 14 de abril de 2012

IV PREMIO DE RELATOS CAMILO JOSE CELA PARA JÓVENES - 2012 - ESPAÑA - INJUSTICIA

                                                                       INJUSTICIA

Estoy muy enfadado, eso es poco, cabreado muy cabreado. No sé si valdrá para algo lo que voy a denunciar, allá voy,  el premio es para jóvenes y yo, estoy fuera, Hors d’Age, acabo de cumplir sesenta años, me parece de una injusticia total y absoluta. Universitario si soy, he retomado la carrera de Derecho que tenía aparcada, como Don Camilo. Creo que él, si viviera, me daría la razón y me diría que quién pillara los sesenta tacos que tengo y que soy un chaval.
Premio de Relatos C.J.C. para Jóvenes, ja, ja y ja.
Donde esté una madurez sosegada y sesuda que se quite la juventud intranquila y sexuada. Pura envidia, lo reconozco.

En el 69 empecé medicina en la Complutense y eran otros años y eso, pero había un respeto hacia los profesores y sobre todo a los grises que ni te cuento.
 La educación que recibimos en el colegio marca, sobre todo si te daba el profesor de turno con el cepillo de borrar el encerado o con el artilugio del demonio que usaban los maristas, la Chasca, que era como una pinza de madera, más grande y que hacía un ruido seco y según eran los toques en intensidad y número significaba una cosa u otra, que si de pie, que si sentados, recreo etc.

El colegio de los años sesenta era la selva en la que nos sumergíamos la juventud de aquella época, solos, sin el apoyo de la familia ya que ni mi padre ni mi madre acudieron nunca a preguntar que qué tal me iba. Si veías a algún padre esperando ver al director, ya sabías que habría un expulsado o dos.
Las injusticias que se cometían en el colegio no salían del ámbito escolar pues se corría el peligro de que en casa te cayera otra de tu padre ya que siempre decían que seguro que era merecido y que poco había sido el castigo, que por él hubiera sido mayor.

Y eso que lo que mis ojos han visto me recordaban las torturas que infringieron los japos en la segunda guerra mundial a los americanos.
He visto levitar a un compañero de clase solo sujeto por las patillas, a otro, un cura le acarició suavemente las dos mejillas para descargar las dos manazas a la vez con un golpe seco. Y que decir de la regla de madera de cincuenta centímetros, maciza, que caía con dureza sobre uñas o sobre las palmas abiertas y si las retirabas aumentaba en número y fuerza.
Pero dentro de los castigos corporales que soportábamos, el que yo consideraba peor era el del silbato contra la cabeza en plan capón, porque además del chichón que se producía casi de inmediato, se notaba en el paladar como un sabor metálico y a sangre al pasar la lengua.

Hoy en día el escolar es sagrado, es no solamente intocable sino que se permite el lujo de amenazar al profesorado con un se lo digo a mi padre o madre, que acuden indignados al director o a veces a la prensa o a televisiones locales.
En las casas de mi tiempo, como casi todas las familias eran numerosas por los puntos que era lo que aumentaba el magro sueldo de nuestros padres, lo normal era el hacinamiento. Yo por ejemplo, en un cuarto que la cama era la mitad del mueble librería que se tenía que abrir por las noches, que si extendía los brazos tocaba los extremos de la habitación y que la mesa de estudio era de libro que se plegaba de vez en cuando de improviso arrastrando lo que tenías encima al suelo.

Yo tengo cuatro hermanas y el baño era semanal y con la misma agua, así que cuando me tocaba a mí que era siempre el último había como una nata negruzca que manchaba el límite entre el agua y la bañera. Un día sin saberlo, me sequé la cara con un pañito como de fieltro rojo muy suave que luego me enteré para lo que servía cuando mis hermanas y mi madre se cachondearon de mí.
Igualito que hoy en día, que los niños tienen en su cuarto, que es individual, televisión, ordenador, móviles varios, consolas de juegos, camas que se ven y que te puedes echar siempre que te apetezca y a veces hasta baño particular. Pura envidia, lo reconozco.

Y en la facultad ya ni te cuento las diferencias entre el año 1969 y el actual de 2012 que es cuando estoy cursando primero de Derecho, en la Universidad Complutense de Madrid.

 Y eso que el hall sigue igual que cuando en mi época acudíamos a las fiestas universitarias del fin de semana, que por un módico precio teníamos barra libre y así recaudar dinero para el viaje de fin de carrera, único de toda la vida estudiantil que a veces ni siquiera era posible acudir por falta de idems.
Hoy el universitario ha realizado por lo menos el viaje al ser destetado, el de entrar en párvulos, el de primaria, el de secundaria, el de bachiller, el de entrar en la universidad, el del paso del ecuador. Yo por ejemplo no supe de la existencia del mar hasta la mayoría de edad, me imagino que para que no tuviera la curiosidad de conocerlo.
Otra de las injusticias que he callado durante años y que nos separa de los universitarios de hoy día era el servicio militar obligatorio para los chicos y el servicio social de las chicas. Hemos sufrido mucho.
En la Facultad de Medicina en la fachada, hay agujeros de bala de cuando la guerra civil española y el catedrático de cualquier asignatura era como un Dios al que acompañaban sus acólitos en procesión y por detrás a más o menos pasos de distancia según el grado de escalafón en la cátedra.

En Derecho, todavía no conozco a ninguno y las clases son de cuarenta o menos, antes lo mínimo eran quinientos. Entramos en selectivo de Medicina el año de 1969 dos mil y pasamos a segundo quinientos.
Había clases magistrales del cátedro y si eran buenas se le aplaudía y a veces ibas a otras facultades a escuchar por el simple placer de aprender.

 Hoy los estudiantes entran cuando quieren e interrumpen al profesor, se van si les apetece en mitad de la clase, usan el móvil todo el rato con el wasarraf de las narices, tienen  un portátil pequeño con el que juegan, atienden, hablan con el que está al lado y si tienen pareja hasta se besan y se meten mano. Pura envidia lo reconozco.
Y que decir de mí, pues que soy como un bicho raro, que me llaman de usted, que a veces cuando entro en una clase se pone de pie el profesor. He tardado dos meses en configurar mi estumail y aun hoy día me falla a veces. El campus virtual existe porque lo he visto pero no soy capaz de subir ningún archivo. Les llevo los trabajos a los profesores en mano, soy el único, pero me dejan yo creo que por la edad. Una profesora impelida por la piedad me dijo que si quería nos podíamos twittear y yo que no sabía lo que era eso la comenté que prefería de usted, antes que tutearnos.

Entre clase y clase, en el recreo se tumban en el césped y yo creo que se aman y todo, algunos juegan al fútbol y ni miran. Creo que quieren que juegue con ellos porque me dan balonazos en la espalda como para llamarme la atención. Otro día me empujaron y me metieron entre los pies un skate de esos y casi me mato, pero conseguí avanzar varios metros braceando y perdiendo todas las fotocopias que llevaba en mi cartera de cuero.

Esta es mi vida en la Universidad y encima no puedo participar en el Premio de Relatos C.J.C. para Jóvenes, es una injusticia y apelaré a las más altas instituciones para conseguir que aunque sea el próximo año pueda  participar en el concurso.
Pura envidia, lo reconozco.