Quizás mañana y dándose la vuelta, en cinco minutos se puso a
roncar. Se quedó mirando su nuca mientras unas lágrimas mojaban la almohada.
Quiero el divorcio, le había dicho después de años de pensarlo,
con sus miedos, por ella, por los hijos, no podía más.
Sus ausencias, sus
enfados, sus desprecios y al final, el maltrato físico, que ya no era por el
dolor, eso lo hubiera soportado, era por la mirada.
Los ruidos llenan su cabeza, la mancha en su cuello, el
alcohol que exhala su boca, esos labios, que a quién besan ahora y ella ahí,
sin poder dormir.
Me recuerda algo
ResponderEliminarUn verdadero cáncer de la sociedad actual.
ResponderEliminarOjalá que este tipo de miserias de violencia se acaben con el año nuevo. Felices fiestas.
ResponderEliminar