miércoles, 18 de abril de 2012

III CONCURSO DE RELATO CORTO " LA MALETA DEL TÍO PACO " - 2012 - ESPAÑA - DEVUELTA

                                                                         DEVUELTA

Llovía y al entrar en el portal mientras cerraba el paraguas vi en el buzón un sobre que asomaba junto a unas cartas del banco. Me precipité hacia ella y al sacarla sin abrir el cajetín se rasgó, pero comprobé enseguida que era la que yo había mandado hacía ya un mes más o menos o quizás dos y en la dirección, impreso con un sello negro, las palabras que más daño provocarían en mi corazón.

Devuelta por ausencia, ignorado paradero actual.
Subí hasta mi casa, dejé la compra en la cocina y como estaba, empapado, me senté en el orejero y terminé de sacar las tres hojas del sobre. Antes de desplegar los folios ya estaba llorando, porque no había llegado a tiempo, porque yo la mandé tarde, porque ella se fue pronto y yo no me arrepentí antes de lo que ella tardó en abrir la puerta y salir corriendo.
Tanto lo quería que cuando me contó que se lo tenía que llevar, en ese momento deseé morir y que ella muriera conmigo. Tenía que hacerla daño como fuera y con las palabras que es lo que mejor hago se lo dije. Le insulté, le humillé, le dije que ya no lo quería y que me venía muy bien que se lo llevara, pues así aprovechaba para ahorrarme un viaje y que fuera ella la responsable de cuidarlo.

Se volvió en el descansillo y antes de empezar a bajar por las escaleras me dijo a gritos que tenía quince días para arrepentirme y que le mandara una carta y que si le pedía perdón por todo lo que yo le había dicho, que se lo pensaría y que sería posible tener una custodia compartida, teniéndolo los fines de semana alternos y un mes en vacaciones cada uno.

Me quedé tan cabreado, que cogí la botella de wisky y bebí durante horas casi hasta llegar a la inconsciencia y me dije que ella no se valdría de él para chantajearme, que por mucho que lo añorara, no se lo demostraría y que se arrepentiría en pocos días de habérselo llevado y que me lo devolvería en perfecto estado.
Malo fue cuando nos separamos, pero peor ha sido el odio y todo lo que llevábamos en nuestro interior que afloró en el mismo momento de decidirlo.
De los diez años de casados, solo los cinco primeros fueron de dicha y felicidad completa, fue llegar él y empezar a tener nuestras primeras diferencias.
Al principio, inocentes, déjamelo a mí que yo lo cuido mejor, que no tonta  lo hago yo. Luego hirientes, cortantes, la familia se dio cuenta e intentó mediar entre nosotros, pero ya habíamos cruzado la frontera del respeto.

A partir de ahí empezaron los empujones y arrebatos por tenerlo y la situación se hizo tan insostenible que por el bien de él y de nosotros y de mutuo acuerdo, decidimos separarnos y con régimen de custodia compartida.
Y así ha sido durante cinco años, hasta que hace un mes, sucedió que un día vino hecha una furia y me lo arrebató y yo o no supe que decir o no quise que sufriera un maltrato, y la dejé marchar con él.

Pero fue cerrar, dando un portazo, cuando en ese momento se me vino el mundo encima y ya empecé a recordarlo. Me di cuenta que lo necesitaba yo, más que ella y que él mismo y las lágrimas afloraron y me dejé caer, resbalándome por la pared.
Permanecí así durante la noche entera y por la mañana ya estaba redactando la carta para pedirla perdón, pero cuando estaba llegando al final me arrepentía y la arrugaba con mis manos y la tiraba contra la pared. Tenía el parquet lleno de pelotas de papel y yo estaba hasta las pelotas de ser tan frágil y tan calzonazos y me revolvía y me levantaba y cogía otra vez la botella.

Estuve un mes con lo mismo, escribo y la rompo, no acudí al trabajo, no quise abrir a nadie de mi familia. Perdí el puesto de trabajo, mis hermanas ya no querían hablarme y entonces una de las veces que estaba tan borracho que no me tenía en pie, al ir al baño me resbalé y me golpeé en la cabeza con el lavabo.
No sé si perdí el sentido, yo creo que lo recuperé, pues entonces escribí la carta de un tirón, me vestí y bajé a la calle a buscar un buzón con la mayor ilusión del mundo y cuando la introduje por la ranura tuve la sensación de que todo se iba a arreglar.

Desde ese día y aunque fuera improbable que me contestara tan rápido bajaba las escaleras de cuatro en cuatro con la esperanza de ver en el buzón la tan ansiada carta y así ha sido durante todo este mes, hasta hoy.
Ahora que me he quedado frío, tanto mi cuerpo como mi corazón, sé que ya nunca más volverá a estar conmigo. Tantas y tantas veces que he jugado con él y el pictionary que me regaló mi madre en un cumpleaños lo he perdido para siempre.


sábado, 14 de abril de 2012

IV PREMIO DE RELATOS CAMILO JOSE CELA PARA JÓVENES - 2012 - ESPAÑA - INJUSTICIA

                                                                       INJUSTICIA

Estoy muy enfadado, eso es poco, cabreado muy cabreado. No sé si valdrá para algo lo que voy a denunciar, allá voy,  el premio es para jóvenes y yo, estoy fuera, Hors d’Age, acabo de cumplir sesenta años, me parece de una injusticia total y absoluta. Universitario si soy, he retomado la carrera de Derecho que tenía aparcada, como Don Camilo. Creo que él, si viviera, me daría la razón y me diría que quién pillara los sesenta tacos que tengo y que soy un chaval.
Premio de Relatos C.J.C. para Jóvenes, ja, ja y ja.
Donde esté una madurez sosegada y sesuda que se quite la juventud intranquila y sexuada. Pura envidia, lo reconozco.

En el 69 empecé medicina en la Complutense y eran otros años y eso, pero había un respeto hacia los profesores y sobre todo a los grises que ni te cuento.
 La educación que recibimos en el colegio marca, sobre todo si te daba el profesor de turno con el cepillo de borrar el encerado o con el artilugio del demonio que usaban los maristas, la Chasca, que era como una pinza de madera, más grande y que hacía un ruido seco y según eran los toques en intensidad y número significaba una cosa u otra, que si de pie, que si sentados, recreo etc.

El colegio de los años sesenta era la selva en la que nos sumergíamos la juventud de aquella época, solos, sin el apoyo de la familia ya que ni mi padre ni mi madre acudieron nunca a preguntar que qué tal me iba. Si veías a algún padre esperando ver al director, ya sabías que habría un expulsado o dos.
Las injusticias que se cometían en el colegio no salían del ámbito escolar pues se corría el peligro de que en casa te cayera otra de tu padre ya que siempre decían que seguro que era merecido y que poco había sido el castigo, que por él hubiera sido mayor.

Y eso que lo que mis ojos han visto me recordaban las torturas que infringieron los japos en la segunda guerra mundial a los americanos.
He visto levitar a un compañero de clase solo sujeto por las patillas, a otro, un cura le acarició suavemente las dos mejillas para descargar las dos manazas a la vez con un golpe seco. Y que decir de la regla de madera de cincuenta centímetros, maciza, que caía con dureza sobre uñas o sobre las palmas abiertas y si las retirabas aumentaba en número y fuerza.
Pero dentro de los castigos corporales que soportábamos, el que yo consideraba peor era el del silbato contra la cabeza en plan capón, porque además del chichón que se producía casi de inmediato, se notaba en el paladar como un sabor metálico y a sangre al pasar la lengua.

Hoy en día el escolar es sagrado, es no solamente intocable sino que se permite el lujo de amenazar al profesorado con un se lo digo a mi padre o madre, que acuden indignados al director o a veces a la prensa o a televisiones locales.
En las casas de mi tiempo, como casi todas las familias eran numerosas por los puntos que era lo que aumentaba el magro sueldo de nuestros padres, lo normal era el hacinamiento. Yo por ejemplo, en un cuarto que la cama era la mitad del mueble librería que se tenía que abrir por las noches, que si extendía los brazos tocaba los extremos de la habitación y que la mesa de estudio era de libro que se plegaba de vez en cuando de improviso arrastrando lo que tenías encima al suelo.

Yo tengo cuatro hermanas y el baño era semanal y con la misma agua, así que cuando me tocaba a mí que era siempre el último había como una nata negruzca que manchaba el límite entre el agua y la bañera. Un día sin saberlo, me sequé la cara con un pañito como de fieltro rojo muy suave que luego me enteré para lo que servía cuando mis hermanas y mi madre se cachondearon de mí.
Igualito que hoy en día, que los niños tienen en su cuarto, que es individual, televisión, ordenador, móviles varios, consolas de juegos, camas que se ven y que te puedes echar siempre que te apetezca y a veces hasta baño particular. Pura envidia, lo reconozco.

Y en la facultad ya ni te cuento las diferencias entre el año 1969 y el actual de 2012 que es cuando estoy cursando primero de Derecho, en la Universidad Complutense de Madrid.

 Y eso que el hall sigue igual que cuando en mi época acudíamos a las fiestas universitarias del fin de semana, que por un módico precio teníamos barra libre y así recaudar dinero para el viaje de fin de carrera, único de toda la vida estudiantil que a veces ni siquiera era posible acudir por falta de idems.
Hoy el universitario ha realizado por lo menos el viaje al ser destetado, el de entrar en párvulos, el de primaria, el de secundaria, el de bachiller, el de entrar en la universidad, el del paso del ecuador. Yo por ejemplo no supe de la existencia del mar hasta la mayoría de edad, me imagino que para que no tuviera la curiosidad de conocerlo.
Otra de las injusticias que he callado durante años y que nos separa de los universitarios de hoy día era el servicio militar obligatorio para los chicos y el servicio social de las chicas. Hemos sufrido mucho.
En la Facultad de Medicina en la fachada, hay agujeros de bala de cuando la guerra civil española y el catedrático de cualquier asignatura era como un Dios al que acompañaban sus acólitos en procesión y por detrás a más o menos pasos de distancia según el grado de escalafón en la cátedra.

En Derecho, todavía no conozco a ninguno y las clases son de cuarenta o menos, antes lo mínimo eran quinientos. Entramos en selectivo de Medicina el año de 1969 dos mil y pasamos a segundo quinientos.
Había clases magistrales del cátedro y si eran buenas se le aplaudía y a veces ibas a otras facultades a escuchar por el simple placer de aprender.

 Hoy los estudiantes entran cuando quieren e interrumpen al profesor, se van si les apetece en mitad de la clase, usan el móvil todo el rato con el wasarraf de las narices, tienen  un portátil pequeño con el que juegan, atienden, hablan con el que está al lado y si tienen pareja hasta se besan y se meten mano. Pura envidia lo reconozco.
Y que decir de mí, pues que soy como un bicho raro, que me llaman de usted, que a veces cuando entro en una clase se pone de pie el profesor. He tardado dos meses en configurar mi estumail y aun hoy día me falla a veces. El campus virtual existe porque lo he visto pero no soy capaz de subir ningún archivo. Les llevo los trabajos a los profesores en mano, soy el único, pero me dejan yo creo que por la edad. Una profesora impelida por la piedad me dijo que si quería nos podíamos twittear y yo que no sabía lo que era eso la comenté que prefería de usted, antes que tutearnos.

Entre clase y clase, en el recreo se tumban en el césped y yo creo que se aman y todo, algunos juegan al fútbol y ni miran. Creo que quieren que juegue con ellos porque me dan balonazos en la espalda como para llamarme la atención. Otro día me empujaron y me metieron entre los pies un skate de esos y casi me mato, pero conseguí avanzar varios metros braceando y perdiendo todas las fotocopias que llevaba en mi cartera de cuero.

Esta es mi vida en la Universidad y encima no puedo participar en el Premio de Relatos C.J.C. para Jóvenes, es una injusticia y apelaré a las más altas instituciones para conseguir que aunque sea el próximo año pueda  participar en el concurso.
Pura envidia, lo reconozco.

martes, 10 de abril de 2012

XI PREMIO INTERNACIONAL SEXTO CONTINENTE DE RELATOS ERÓTICOS - 2012 - ESPAÑA -SUDOROFILIA Y RINOFILIA

                                                          SUDOROFILIA Y RINOFILIA

¿Qué hago aquí?, ¿Porqué no me puedo mover?. Estoy a oscuras y noto como una mordaza de cuero que me tapa la boca y me impide hablar. Empiezo a despejarme, la mente se va aclarando y recuerdo lo que me ha sucedido hace un rato o quizás ayer o hace un mes, no estoy seguro.

Estamos al principio del verano y el calor ha entrado con ganas, las jóvenes se han despojado de sus camisas y van casi todas con las blusas de tirantes y eso para mí es un suplicio, pues es verlas y tener un deseo irrefrenable de oler, aspirar y si puedo, pasar mi lengua por esa piel expuesta y saborearla.
Iba en el metro al mediodía en la hora punta y el vagón de bote en bote, yo agarrado a la barra horizontal superior y a mí alrededor cinco jovencitas con sus brazos estirados, desnudos y los tirantes del sujetador asomándose por los laterales de los otros tirantes, el olorcillo de diversos matices se mezclaba y yo intentando identificar a cada una con su olor.
 Uno era tirando a cebolla y ese, fijo era de la morena, otro como ácido, de la rubia. Pero de repente entró en mis narinas un olor a almizcle que explotó directamente en mi cerebro. Yo, que soy un experto en olores y especialista en catas, identifiqué enseguida el almizcle con el tipo Tong-king chino, el más valioso y de inmediato noté un pálpito en mi miembro.
Empecé a marearme y en ese momento el metro entró en una zona de curvas pronunciadas y de saltos y traqueteos sobre la vía que hacía que mi cabeza chocara contra sus brazos y aproveché para sacar mi lengua y con discreción probar las pieles de mis compañeras de viaje. Absorbí el sudor de la otra morena más bajita y era supersalado y con olorcillo a jabón infantil. El de la morena alta, que era el que olía a cebolla, era profuso y perlaba la piel con gotitas que llenaban todos los poros sudoríparos que tenía frente a mis ojos.

La piel que olía a almizcle era untuosa al tacto y amarga al gusto. Me trajo la evocación de las mil y una noches que pasé en un prostíbulo de lujo en Estambul durante toda una quincena. En aquel Hammam, desde que entrabas por la puerta eras llevado por dos odaliscas hacia tu habitación, te desnudaban y con grandes toallas te conducían a la zona de los baños, donde pasabas por el cuarto tibio, el caliente, la piscina fría, el masaje y el cuarto de enfriamiento.
 Ya preparado, recibías a las mujeres más perfectas que yo había visto nunca, pero que además exhalaban los aromas a almizcle de las diversas variedades. El Tong-king chino o tibetano, el Assam o nepalí, el Kabardino ruso siberiano de los ciervos o los extraídos de las glándulas almizcleras de otros animales como bueyes, ratas, patos, musarañas o escarabajos.
Serían los baños, las mujeres, los masajes, la comida o los olores pero el caso es que las feromonas estaban presentes y la potencia sexual plena y continua durante los días que permanecí allí.
Mis sentidos excitados por tal profusión de olores y sabores combinados a la vez, provocaron una necesidad inaguantable de rozarme con los cuerpos de mis vecinas de vagón y de chupar sus cuerpos que hizo que al final se dieran cuenta de mis desvaríos y huyeran a la vez hacia la zona de asientos, dejándome solo y con un espacio alrededor.
Toda la gente se volvió hacia mí, pero yo había entrado en una especie de frenesí y de trance y movía compulsivamente la cabeza con la lengua fuera y cimbreaba la cintura intentando restregarme con lo que fuera, porque también padezco de frotismo, sin soltar mi mano de la barra.
Algún inconsciente usó el freno de emergencia y aquello fue el llanto y el crujir de dientes, pues fui propulsado volando hacia las cinco jóvenes que gritaron con terror y yo en mis estertores lascivos acabé chupando a una vieja.
De repente un golpe y ya no recuerdo más, hasta ahora en que estoy a oscuras.
Empieza a entrar la luz del amanecer por la ventana e incorporándome veo que llevo puesta una camisa de fuerza y un cinturón que me fija a la cama y además llevo como un bozal y me acuerdo de la película del silencio de los corderos.
 La habitación está vacía, solo mi cama y las paredes están como acolchadas, empiezo a comprender que piensan que estoy loco y no es verdad.
Desde que nací he tenido esta sensibilidad exacerbada en los sentidos del gusto y del olfato y cuenta mi madre, que como a ella no le subió la leche tuvieron que buscar amas de cría y pasaron por mí más de cuarenta.

Al principio bien, que qué bueno, que qué rico pero a los pocos días se despedían diciendo que se sentían mal, que era una sensación muy rara la que sentían, que parecía como un adulto chupando. Mi madre se enfadaba, las llamaba guarras y buscaba otra y vuelta a empezar. Mientras yo, ganaba en experiencia.
 Con el tiempo empecé a oler objetos y animales y los distinguía a distancia. En la escuela era yo el que si algún compañero o compañera de la clase se caía en el recreo y sangraba, le chupaba la herida y se curaba en poco tiempo. Decían como con orgullo que tenía una lisozyma en la saliva muy curativa.

Chupaba y olía todo lo que pillaba y de estudiante en la capital solía acudir a las grandes aglomeraciones donde existían infinidad de olores y de matices. Me hice sommelier  y además, muy famoso en Madrid, trabajo en un buen restaurante y siempre llevo mi tacita de plata labrada al cuello, el tastevin.

Las mujeres son raras, no tengo pareja y eso que al principio de la relación están encantadas con los cuidados que las prodigo, qué si flores, qué si bombones, besos y lametones, qué si te hago un traje saliva etc.
Pero al poco tiempo ya no les hace gracia nada y me abandonan.
Oigo pasos apresurados al otro lado de la puerta, se detienen y como los cerrojos chirrían al abrirse.
 Entran varias personas con batas blancas, una de ellas, una mujer joven y guapa se acerca por un lateral y me coge la cabeza y desanuda la máscara, quiero hablar y me pone un dedo en la boca, noto su sabor saladito.
Estudia los reflejos de los pares craneales y cuando llega a la exploración del IV par o nervio troclear o patético, que curioso, se acerca mucho y lentamente a mi cara con una linternita pequeña y entonces me incorporo un poco y slurrpppp.








viernes, 6 de abril de 2012

I CONCURSO LUGUS DE MICRORRELATOS ERÓTICOS - CELTIBERIA - 2012

                                                            CELTIBERIA


La noche cae sobre Segeda, hace frío y la gens reunida alrededor del hogar ha cenado y tomado vino con miel.

Cada pareja en un rincón, con las pieles por encima se aman y gimen, los jóvenes asisten por la noche con interés a estos acoplamientos y aprenden.
Conocen su desnudez al jugar en el río.

Lubbo y Kara se están mirando mientras los ruidos de la familia se acallan, se acarician.
El fuego crepita.
El silencio impera en la castella cuando los dos cuerpos se unen tímidos, callados y ardientes, mientras, en el rincón de los dioses, Lug sonríe.

martes, 3 de abril de 2012

2º CERTAMEN DE RELATO CORTO "ESTA NOCHE TE CUENTO" - 2012 - DESEO

La tormenta atrona la habitación, el agua cae en cascada, pero en el cristal el líquido hace caminos y de repente se para y luego se junta al unirse con otros senderos y se acelera y llega al alféizar.

Es de madrugada, está cerca el amanecer y en la penumbra me veo en la cama sin poder dormir. Hace quince días no la conocía y hoy no puedo pasar sin ella. La estoy esperando, se está retrasando un poco, pero sé que vendrá.
En la penumbra veo el bulto que emerge de las sábanas y no voy a tocarme otra vez porque ella lo hace mejor y es lo que estoy deseando.
Empieza a amanecer y los primeros rayos del sol se refractan en el agua de la ventana y visten de color la habitación.
Oigo ruido en el pasillo y como se abre la puerta, yo cierro los ojos y me hago el dormido, se acerca a la cama y agarrando el embozo lo baja lentamente.

Coge los pesos de la tracción esquelética y me los libera y dejo de sentir dolor.
Esta fractura de fémur y todo lo que me está pasando lo trajo la lluvia.

viernes, 30 de marzo de 2012

VI CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS HIPERBREVES - UNIVERSIDAD POPULAR DE TALARRUBIAS - ESPAÑA - 2012 - CONFESIÓN

                                           CONFESIÓN
Igual que en 1970, he vuelto al Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro pero esta vez para confesarme y pedir perdón por abandonar en el altar a la que yo pensaba que iba a ser mi mujer.
Llevo 42 años con este peso en mi corazón que no me ha dejado dormir en paz desde entonces, pues además tuve la desgracia de hacer la carrera de medicina y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es la Patrona que en todos los actos nos preside y me mira a mí y me recuerda el mal que he hecho.
 Al entrar y pasar al lado del Cristo del Perdón he notado que se ha vuelto para no verme, pero he seguido avanzando hasta la columna en donde estuve hace ya tantos años y me he detenido junto a ella. Todavía recuerdo con alegría los proyectos de futuro que me tenían a mí como en una nube.
Ese día, al empezar a subir la escalera le pregunté que si quería ser mi novia y me dijo que no, yo bajé la cabeza, seguí sus pasos y me coloqué junto a ella.
 Empecé a maquinar mi venganza durante toda la misa y cuando se fue a comulgar y mientras veía como se alejaba por el pasillo central y se acercaba al altar, decidí dejarla  y dándome la vuelta y casi echándome a correr salí de la iglesia.
 Mientras en mi interior pido perdón por abandonarla, en un banco de delante y reclinada, hay una mujer muy mayor rezando, que me recuerda a alguien y de repente comienza a girarse.
No espero a que lo haga, me doy la vuelta y con la ayuda de mi andador desaparezco lo más rápido posible.
                                       

VI CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS HIPERBREVES - UNIVERSIDAD POPULAR DE TALARRUBIAS - ESPAÑA - 2012 - AMOR CORRIENTE

                              AMOR CORRIENTE.

 Con mi pareja actual hago mucho más el amor,  si comparamos con mi ex, el 1000%.
Compramos un huevo vibrador con mando para una cena romántica y estancia en hotel.
Antes de salir de casa nos enfrentamos al proceso de desembalar el aparatito que con el sistema blister de las narices es casi imposible. Yo de todas maneras vi a mi pareja con una soltura al coger  el huevo de la que yo carecía y en un abrir y cerrar de ojos desapareció en su interior. Puse las pilas en el mando y ella venga a decirme –“Prueba, prueba”- y entonces fue ponerlo en marcha y el pelo se le encrespó y los corchetes del sujetador saltaron como por arte de magia. Se volvió a adecentar y nos dirigimos en coche hacia el restaurante.

Durante el viaje yo no me pude aguantar un par de veces de apretar el off-on del cacharrito y cuando lo hacia y mirando por el rabillo del ojo la veía como se contraía y estiraba como si sufriera un ataque de epilepsia y como saltaba el clip del cinturón de seguridad.
En el primer plato apreté el nivel dos y ella empezó a poner morisquetas, de repente al coger los cubiertos cambió la cara a rictus, los ojos empezaron a moverse. Se veían los dientes rodeados del pintalabios bermellón que parecía el payaso terrorífico.

Noté su pierna debajo del mantel pero fue una patada hipertónica y luego la vi en estado cataléptico, babeando por las comisuras mientras se la llevaba el Samur.

VI CERTAMEN INTERNACIONAL DE RELATOS HIPERBREVES - UNIVERSIDAD POPULAR DE TALARRUBIAS - ESPAÑA - 2012 - AMOR

                                                                        AMOR.



Como tantas veces había hecho desde niño y luego durante toda nuestra convivencia en el domicilio de mi madre, el otro día me acosté con la chica de servicio, pero esta vez fue diferente, hubo sexo.

 No un sexo explosivo y ardiente, sino reposado, pues nuestras edades y enfermedades, ya no nos lo permite, ya que han pasado cincuenta años desde mi infancia y tanto yo, como ella, Pepa, que me lleva siete años, ya no estamos para estos trotes.
Nos hemos querido mucho y fuimos cómplices en besos y caricias, durante décadas, pero hasta que no ha muerto mi madre, no hemos podido dar rienda suelta a nuestros sentimientos.

Fuimos a nuestro pueblo de Extremadura a enterrarla en el panteón familiar y al volver  a Madrid en un motel de carretera en Talavera, paramos y como dos adolescentes, mirando a ambos lados como si ella nos fuera a descubrir, entramos casi corriendo, con nervios hicimos los trámites en admisión y subimos en el ascensor.
Fue cerrar la puerta de la habitación, decorada con un estilo castellano recio, austero y además minimalista pues casi carecía de muebles y al volvernos, nos abrazamos durante bastante tiempo.

Hablamos, lloramos e hicimos planes para el futuro que ya era escaso, pero aún así la ilusión se reflejaba en nuestros rostros.
Estoy soltero, no por mi madre, sino por ella.

lunes, 26 de marzo de 2012

- AMOR - FINALISTA

F02. AMOR, de Láudano

JAMSen esta noche te cuento-
                                                       AMOR.


A mi pareja actual y a mí nos encantan las casas rurales con muchas actividades, senderismo, bosques, ríos, playas cercanas y picadero. Y los niños con su madre.
Nosotros no salimos de la casa en todo el fin de semana y aprovechamos la ausencia de los otros para disfrutar de ella.
Llevamos un bolso con la comida y bebida y si hay microondas y neverita todo resuelto.

Tenemos una maleta con juguetes eróticos, adminículos y complementos para nuestras fiestas. El otro fin de semana en Ezcaray, una señora volvió antes de tiempo por unas pérdidas y nos pilló en el salón, yo en pelota picada con un gorro de navidad, enhiesto como un unicornio y persiguiendo a mi chica desnuda también, que blandía un vibrador de negro Mandinga.
La señora se quedó en la puerta y la pérdida ya fue total y nosotros al grito de somos elfos y a saltitos la sorteamos a ella y al charquito y nos subimos a nuestra habitación.

En una casa en  Donamaría que enseñan a amasar pan, lo hicimos en la mesa como en el cartero llama dos veces, nos pillaron por las huellas harinosas del pasillo.
Somos adictos al turismo rural.

domingo, 18 de marzo de 2012

I CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATOS BREVES "SONRISA DE QUEVEDO" SOBRE HUMOR EN LA UNIVERSIDAD. - ESPAÑA - 2012 - LEGULEYO

                                   LEGULEYO



Nada que ver entre la ilusión de esta mañana cuando me dirigía en coche hacia la facultad de Derecho para continuar la carrera que había iniciado hace muchos años por la U.N.E.D. con lo que siento en estos momentos.
Creo que seguiré siendo un leguleyo* toda mi vida.
La cosa no ha empezado bien desde el principio, ya estaba en segundo con el plan antiguo, pero al pasarme a Grado con el plan Bolonia me han metido Eclesiástico, Civil y Economía y he vuelto a primero.
Si fuera joven podría haberlo asumido bien, pero con mis 60 años recién cumplidos ha sido como un mazazo.

He entrado en la clase escalonada cuando casi estaba llena y de golpe se ha hecho un silencio sepulcral y se han puesto todos de pie. Me he quedado en el quicio parado, he dicho en un susurro –“Soy compi”- y he subido por el lateral casi hasta arriba y me  he hundido en la bancada. Los murmullos y las risas han sido tan fuertes que si no fuera porque tenía que volver a bajar por la escalera, me hubiera ido ya en ese momento.
Al entrar la profesora de Civil he sido yo el único que me he levantado y se ha dirigido a mí para indicarme que la conferencia era en el aula Magna. He susurrado – Soy alumno – y me he vuelto a hundir.

* leguleyo :persona que aplica el derecho sin rigor y desenfadadamente. R.A.E.

Ha explicado que nos relacionaremos con una cosa que se llama el estumail, no tengo ni idea de lo que es, los jóvenes han sacado sus ordenadores pequeñitos ( el mío de casa es mejor y más grande ) y han empezado a teclear con varios dedos a la vez. Yo he sacado mis lápices Faber-Castell nuevos y con la punta afilada, mi sacapuntas de metal de dos agujeros, la goma Milán impoluta y mi block cuadriculado y se han quedado los cercanos anonadados y envidiosos.
Ha empezado la profesora y yo entre que no oigo bien y que ella hablaba bajito no me enteraba de nada, pero lo peor ha sido ver a los compañeros, que escribían en el ordenador, se metían mano las parejas, con el móvil usaban una cosa que luego me he enterado que se llama wasarras , todo a la vez y se reían de mí.

Cómo habrá sido el cachondeo, que la profe ha subido hasta donde yo estaba y me ha dicho que si tengo problemas nos podríamos twitear y yo le he respondido que prefiero de usted, que soy  muy clásico.
Me he asomado a la fila de delante y me he retirado asustado, he vuelto a mirar y no me explico como a la joven se la puede ver la parte de delante de la braga por detrás y al chico que estaba a su lado un calzoncillo entero de elefantitos.

Disimulando me he bajado un poco el pantalón y he tirado hacia arriba del ocean, se ha roto, pues estaba un poco pasadillo.
Ha acabado la clase y para disimular iba por el pasillo saltando con unos brincos pequeños, como con jovialidad.
Durante la hora del recreo me metí en la biblioteca para organizar mi correo y cuando le dije a la señorita que estaba detrás del mostrador lo que quería hacer me contestó – “¿Cuál?, el estumail”, y yo –“Si, si, si, es mi mail, eso”.
Después de media hora, la cola se salía por la puerta y comentaban que pusiera de santo y seña el abuelo cebolleta. Me enfadé un poco y desenchufé el ordenador y me fui.
 He salido al jardín de atrás y me han golpeado por dos veces con una pelota en la espalda, creo que querían jugar conmigo pero como no soy muy bueno en el fútbol he preferido retirarme hacia el bar.
Me dirigía hacia las puertas de cristal de la cafetería cuando un colega de la clase me ha deslizado entre las piernas un skateboard y he empezado a bracear para no caerme y he ido directo ocasionando un estropicio de vidrios por el camino, hacia la zona de buffet, cayendo en la zona de los postres.

Perdí el conocimiento y luego alguien me contó que un bedel me hizo el boca a boca y me dieron unas cuantas copas de cognac para que me recuperaba.
Entré en la siguiente clase de Eclesiástico con pocas ganas y un poco mareado, cuando la profesora ( casi todo el personal de la facultad son mujeres, si Franco levantara la cabeza ), se dirigió a mí para que me callara y me sentara, me sentó mal y empecé a bajar hacia ella, cuando el bajo del pantalón se me metió entre el zapato y el pie y me tropecé, trastabilleando, braceando y precipitándome sobre su cuerpo, cayendo en un revoltijo de brazos y piernas, quedando mi cara en sus partes pudendas.
Yo me eché a reír como un beodo loco y a ella le dio un ataque de histeria.
Vino el Decano de la Facultad, tomaron mis datos y el grupo de bedeles me  acompañaron amablemente al exterior.

Apoyado en el basamento del grupo escultórico de “Los portadores de la antorcha”, mientras me viene una náusea tras otra, decido no volver a Derecho nunca más.