PECECILLO DE
PLATA
En una caseta de la Feria
de otoño del libro antiguo, encontré un volumen encuadernado en cuero del
Decamerón, que tantas tardes, me dio placer en mi adolescencia.
Lo cogí en mis manos casi
con devoción, estaba desvencijado y se abrió en la novela décima.
Leí un párrafo en el que
un tal Rústico, ermitaño, enseñaba a un moza a meter el demonio en el infierno,
pregunté el precio y sin regatear me lo llevé.
Ya en casa intenté
recrear aquellos momentos de gozo, no tenía pilas para la linterna, una
parecida usaba para debajo de las sábanas y mantas y entonces encendí una vela.
Se creó un clima
especial, como si estuviera en una abadía, luces y sombras temblaban en las
paredes, abrí el libro y fui pasando las hojas.
Entonces le vi, un
pececillo de plata recorrió la página muy deprisa y se paró, cogí una lupa y
admiré sus escamas, que a la luz de la vela refulgían. Durante unos minutos
estuvo atareado en un proceso que no identifiqué. Al rato desapareció entre los
hilos engomados del lomo. Sabía que era un lepisma y que para fecundar no
necesitan copular, así que intenté no moverme mucho.
Aparecieron dos
pececillos, uno empujando al otro como en un cortejo ritual y sexual que lo
llevó donde había estado antes y la que posiblemente fuera la hembra se quedó
enganchada en la sustancia allí depositada.
Estaba ensimismado,
cuando apareció una tijereta que cazó a la hembra y el otro desapareció.
Cerré el libro de golpe,
lo coloqué en el estante más alto y decidí que yo no era nadie para inmiscuirme
en el Universo de los lepismas.
Siempre es un placer leerte.
Suerte.
Un abrazo y suerte
Saludos virtuales.
Suerte y un beso.
Saludos
Un abrazo.
Abrazo y gracias.
Sabía que eras tú.
Saludosss
Un beso
Abrazo y mucha suerte.
«Te mueves mejor que las olas
y llevas la gracia del cielo
la noche en tu pelo
salero español.»
¡Aplausas sonoros!
Encantado de tus aplausos sonoros.
Un beso
Si algo no se puede negar en tus historias es el estilo personal y la coherencia temática.
Un abrazo, Epi
Otro abrazo para ti.