REPÓKEr
Los otros jugadores de la partida, sudorosos y
entre efluvios de tabaco y alcohol, miraban mis zonas pudendas, babeando y
ronroneando.
Intentaba huir, pero me tenía cogida por la gomilla y ante el
peligro de que me la arrancara, desistí y entonces se oyó un oh, ah, oh, ah
comunitario.
Con el rabillo del ojo veía
como los ases le entraban a mi valedor, la mirada perdida y en ese momento,
saltó la blonda y mi braguita cayó al suelo.
Me temo Epifisis que el juego no le sentó demasiado bien a este pobre infeliz.
ResponderEliminarUn saludo.
Alfonso es ella la que habla. Es el relato anterior pero visto por la prostituta.
ResponderEliminarUn abrazo