CIRIO PASCUAl
Como abogado y cristiano de
viejo, legítimo que es uno, durante la cuaresma había cumplido con el ayuno y
la abstinencia, de carne y de trato carnal, pues según mi mujer también lo incluye.
Pero en la comida de la vigilia
de Pascua, me había apretado unos callos con garbanzos yo solo, que tardé tres
horas y una botella de pacharán casero en ingerir.
Cuando mi mujer me conminó a ir a
la iglesia, intenté hacer un desvío por la izquierda y entonces me enseñó la
cláusula del ayuntamiento por pascua florida que ya me tocaba.
En la iglesia a oscuras, todo fue
bien, un borboteo de no se sabe dónde, un gas expelido que reptaba por el suelo,
tosecillas nerviosas.
Pero fue encender el Cirio Pascual,
las velas, cantando el Gloria a voz en grito y el repique de campanas y
entonces, a mí se me relajaron los esfínteres.
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