SI NO AGUANTAS UNA BROMA, VETE
El cabo Hopkins repartía las
cartas con la izquierda, mientras con la derecha manejaba el manillar de la
bicicleta y así, todos los días se acercaba
donde estaba su novia lavando en el río y sin bajar la pellizcaba y se
alejaba pedaleando y riendo.
Ella le perseguía un trecho hasta que se agotaba y
volvía furibunda.
Un día por detrás de ella,
tendió una línea de ropa fina de nylon y esperó.
Se echó a correr y él detrás
acelerando y al llegar a la trampa se agachó.
La cabeza se elevó para rodar
luego por el césped, mientras la bicicleta con el resto iba hacia el río.
Me recuerda a Gila, inimitable
ResponderEliminarYa quisiera yo, parecerme a ese genio. Gracias
ResponderEliminar