MESTER
DE CLERECÍA
El Tribunal apreció cierta
rigidez en la mirada y dieron órdenes al verdugo de dar otra vuelta a la rueda
del potro de tortura.
Ni un lamento salió de la boca del clérigo y eso que la Inquisición
no soltaba la presa hasta que el desgraciado reconocía sus faltas verdaderas o
ficticias.
Ayer con un mazo le rompieron los
huesos de las manos y pareció que iba a gritar, pero sólo inició un mohín con
los labios.
Antes, le habían dado vueltas al
escroto y lo emascularon. Movió la
cabeza un poco.
Cuando el mester de juglaría
inició el cántico, abrió la boca gritando –“Soy ateo”.
Pues si que cantaria mal ese Mester.
ResponderEliminarBuen intento Epifisis.
Un saludo.
Quedaron los penúltimos en Medievalvisión. jejeje
ResponderEliminarUn abrazo