V
Prefiero las ratas, me
contestó Diana, dándome un manotazo en la caja de bombones de licor que rodaron
por el suelo.
Me quedé con la boca abierta y con el ramo de flores en la
otra mano y apuntando al suelo.
Estaba preciosa con su mono naranja, dirigí la
mirada hacia las rosas y luego a sus botas negras, subiendo después por sus
torneadas piernas donde el cuero se pegaba a su piel y se podía leer en los
labios.
Me susurraron que también la encantaban los pajaritos.
Maldita la hora en la que me enamoré, me parece que es un
poco lagartona.
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