CÓRDOBA
ROMÁNTICA
Me encuentro en una habitación del Hospital Reina Sofía, con la ventana
abierta y oliendo a la flor del azahar, un cielo azul y Córdoba preciosa.
Si alguien entrara por la puerta me vería con los brazos abiertos como intentando acogerlo entre ellos, craso error, los tengo en sendos cabestrillos o aviones como se decía antes.
Estoy escribiendo con la única mano sana y libre que tengo y malamente,
pues el resto o está escayolado o con vendajes. Pensaba haber pasado un día muy
especial y con mucho sexo y lo único que noto en mi miembro es la sonda
urinaria, uretral o de Foley.
Me molesta mucho y esta mañana cuando ha venido la auxiliar, que qué mala
suerte, tenía bigote y muchos más años que yo, se lo he dicho y ella me lo ha
cogido sin miramientos y me lo ha lavado con jabón que escocía y me decía que
era para quitar el barrillo que se queda en el reborde de la
sonda. He estado por decirle que se quitara el barrillo que tenía
ella en los belfos con piedra pómez.
Paquete romántico, ja, ja y ja.
Reserva desde hace un mes en una junior suite en el Maimónides de Córdoba,
con fresas con chocolate, botella de cava y desayuno buffet y sin saberlo ella,
mi mujer, 69 años estupendos y 45 de casados conmigo. Creo que lo sabía, porque
cuando me arrimaba me decía, el 3, el 3.
Sorpresa, se lo digo el viernes y esa noche, tampoco, mañana, mañana como
el Mota.
Como la entrada era a las tres de la tarde, decidimos comer de camino, primero
en el Santos y luego en el Churrasco, allí cayeron unos cuántos finos. Se le
había olvidado las gomas del pelo para la ducha y entramos en un chino, le
compré una braguita blanca sexy de puntillas por dos euros y yo una chilaba. Yo
notaba una tensión en la entrepierna y deseaba estar ya en la habitación.
En recepción yo le decía a la señorita, venga, venga y me dice, vaya, vaya
al lobby que le van a dar unas copitas de fino. Mi mujer, que rico y fresquito,
hazme una foto y yo, mira, que no estamos para perder el tiempo.
Ella, que no está acostumbrada, estaba un poco achispada y yo ya no la
entendía del todo y cuando entramos en la habitación, vacié todos los geles que
había, también el de afeitar y empecé a llenar la bañera, puse la música erótica
que llevaba descargada desde un mes antes, abrí la botella de cava y nos
tomamos otras dos copas. La dejé apoyada en el sofá y la desnudé.
Me fui a la habitación, hice lo mismo y volví como Capitán General con
mando en plaza, bueno, como recluta presentando armas y con la chilaba.
Me empujó al sillón, me dijo que esperara, se fue por la puerta del baño,
volvió con la braguita en la cabeza y el cacharro con el chocolate caliente y
las fresas, tropezó en un mueble y me lo volcó todo en la bandera izada.
El grito, aterrador, se debió de oír en todo el hotel, me miré y al vérmelo
todo achocolatado, me incorporé en un santiamén, por momentos veía ampollas.
Me dirigí al baño y al ver la espuma, que empezaba a salirse por el
pasillo, me metí dentro de la bañera y sería por los nervios o por el exceso de
geles, comencé a correr como en las películas de cine mudo y al querer
sujetarme me proyecté al exterior, hasta contactar con la televisión de plasma,
que cayó estrepitosamente.
Mi mujer seguía en el sofá cuando por la puerta entraron el de seguridad,
seguido de varias mujeres del hotel y algunos clientes de las habitaciones
contiguas alertadas por el escándalo.
Yo tumbado, inhiesto todavía, pero con un color como de cubano en el tono,
no en el tamaño, miraba atontado, mientras me cogían entre varios y me bajaron
en el montacargas para llevarme al Hospital.
Fuera del Maimónides se fueron acumulando todos los turistas que estaban
alrededor de la mezquita, yo me tapaba con la chilaba y no quería mirar a nadie.
Y aquí estoy, solo en la habitación, mi mujer dice que se avergüenza y que
no viene y yo con ganas de hacer pis y con miedo de que venga la de antes.
Toco el timbre para que venga la auxiliar, al rato se abre la puerta y
entra un armario de dos cuerpos de mujer y me dice con una voz de camionero:
- “Dobroye utro”. -“¿Chto s toboi?” *
Buenos días, ¿qué te pasa?, en ruso
Con esas definiciones tan precisas me por pensar: seguro que tus manos han apartado multitud de cortinajes de terciopelo 😉 O quizá sea al revés, perro ladrador…
El relato lleva tu sello, eres inconfundible. El nombre del local es muy imaginativo 😉
Besos, Epi.
Inés, las barras americanas tienen mucho morbo y si vas con amigos te lo pasas bien. Es una actividad lúdica, púbica, lúbrica.
El nombre(conejo feliz) viene al caso por el de liebratón(liebre grande y joven) que combinando las letras, da laberinto.
Un beso
Un laberinto cotidiano del que sale con hambre de churros. Pues no está mal verse inmerso en un laberinto así, o sí?
Esa Liebratón asusta un poco, parece que se lo va a comer entero, pero resulta que es el calor y el ejercicio que necesita antes de los churros…
Abres el apetito. Voy a ver si encuentro un croissant o cruasán del pais.
Besossss, Epi.
Amparo, con tu comentario me has recordado el chiste de la chica que se descubre y dice «cómetelo» y el maromo «a mi no, a mi no».
El Madrid de noche me gusta y eso que cada día salgo menos.
Un beso
Epifisis, el laberinto de no querer salir de un deseo constante en tu personaje que adicto a los benjamines parece al menos disfrutarlos.
Y además tiene poderío para aguantar hasta los churros, lo que no sé es si tiene dinero suficiente para tanto alterne.
Un abrazo grande.
Paso por tu casa a insistir.
Oh Manuel, la vida es dura y la crisis ha pasado de económica a la de salud y ya nada es igual. Bueno salvo las ganas ja ja ja.
Un abrazo
Hola, Epi.
Esa mujerona achantó un poco al conquistador, jajajaja. Me encanta la imagen de ese ajuste de entrepierna antes de los churros.
El micro es un delirio rápido que resulta muy visual y divertido. Creo que mereces una ola y unos aplausos por ser así.
Un besazo, tesoro.
Towanda, el acomodo es del tipo de Rafa Nadal, no solo va a ser él, el que lo haga.
La chica no le achanta, consuma y por eso sonríe. A su edad bien se merece un churrito.
Un beso
alejandro, defines muy bien ese ambiente y las sensaciones del protagonista. Suerte y saludos
Calamanda, no soy especialista pero siempre me gustó el ambiente.
Un beso
Epi, otra vez comienzas el mes con un estilo que, a pesar de ser personal, estoy seguro de que marcará tendencia. Has creado un laberinto nocturno y, sin embargo, pese a lo alambicado que se le supone, también se trata de un camino bastante conocido para su protagonista, que parece feliz recorriéndolo y que, como si tal cosa, acaba desayunando churros, todo ello envuelto en una nube de sensualidad.
Suerte y un saludo.
Ángel, cuantos sitios en Madrid para solaz del guerrero, ja ja.
Tu no serás familia del dueño del D’Angelo? Uhmmmmmmmmmm
Un abrazo
Epi, de nuevo comenzando el mes el primero de la clase.
El relato muy propio a tu estilo, donde parece que tu protagonista se encuentra agusto en su laberinto. Me encanta que termine con los churros.
Un beso
Blanca, no sabes lo bien que me lo paso escribiendo estos relatos.
Como para no mojar el churro.
Un beso
Personal e instransferible el estilo con el que nos cuentas la historia de tu protagonista. Me apunto a esos churros. Mucha suerte 🙂
Juan Antonio, si lo se compro más churros, ya solo quedan picatostes.
Un abrazo
Un hurra por tu personaje. Creo que saldrá del laberinto. Después de todo se siente bien en el momento en que se encuentra. La juventud pasó, si no puede con los liebratones, pues a conformarse con un gazapillo. Y a mojar los churros en chocolate.
Besos.
De gazapillo nada, Virtudes, que era grande.
Lo importante es ser feliz, porque el tiempo pasa que es un horror.
Un beso
Más allá de los modismos que creo entender o mejor dicho imagino. Tu historia de hombre de la noche me gusta, más aún por los detalles que narras…
Un gran abrazo.
Moli, son detalles de la noche de Madrid y aunque no he sido muy bullanguero, he sido aplicado.
Un abrazo
Curioso laberinto el tuyo. Jaja, me perdí nada más entrar y ya no pude encontrarme más…
Un abrazo.
Montse, ya sabes que para no perderte en un laberinto hay que ir todo el rato pegado a la pared, sobre todo si hay viciosos, ja ja
Un beso
Yo tambien confieso haberme perdido en tu laberinto. Creo que lo volveré a leer, no sé si diccionario en mano o con la imaginación más chispeante, que a estas horas ando a medio gas y con gripe (eso si me ha entrado hanmbre de churros). Un beso, Epi, con mascarilla.
Eva, comerse un churro con mascarilla es como un video que vi comiendo espaguetis con un velo burka, asquerosito.
Un beso
¡Ja,ja,ja!. Cierto, me la quitaré 😉
Buenos días, Epi:
A buenas horas leo cosas de churros (que supongo que este desayuno está elegido a propósito por las connotaciones eróticas). Aparte de la trama, donde destaca el salero de la liebratón, me quedo con el juego de palabras que has hecho con el tema del mes. Suerte, Epi, que en ese libro hay que ver una de tus creaciones.
Si lo se, compro más churros, Lorenzo, pero solo es un cuento de Madrid.
Un abrazo
Epi, me imagino la sonrisa de satisfacción de tu protagonista pensando que su artillería aún responde ante grandes batallas, jajaja. Original tu propuesta. Abrazos.
Cuando uno se queda a gusto, para que más, churros y cazalla.
Salvador, para el tema del mes, he metido l i e b r a t o n y dédalo, ja ja ja
Un abrazo
Lo has contado tan bien que por momentos me he sentido dentro de ese local de alterne. Eso sí, escondida tras la cortina.
Me ha ilusionado encontrarme en tu micro con la palabra «grog», de la que, me enteré hace poco, se deriva la palabra «grogui».
Ah, y muy currado lo de «liebratón» guardando camuflado ese laberinto.
Mucha suerte y saludos
Juana, el grog o gallo es un coctel del hotel Tirol de Madrid, una bomba, que nos ponía las pilas a las parejas y de ahí al templo de Debod con el coche.
Ay la juventud, ahora no me veo.
Un beso
Con la Rae abierta en otra ventana, y aunque tu «tema» siempre está latente, me ha resultado muy original, la forma de narrarlo, y esas expresiones tan especiales.
Oyessss una preguntita, lo del benjamín va con segundas?
Un abrazo, salao.
Rosy, mal pensada, el benjamín es la botellita pequeña de champan que suelen tomar las de las barras americanas para cobrarte más.
Lo que no entiendo es que lo mío está latente, je je je
Un beso latente
Ya, ya sé lo que es un benjamín, pero como se lo pide apoyada en su muslo… ¡ah, claro si hubieras dicho musloS…! jajaja
El erotismo siempre está Patente en tus letras, se me escapó una ele… perdón
Un abrazo bien visible 😉
Te tengo que dejar Rosy, pues yo, si empiezo a hablar de muslos, erotismo y latentes, vamos que me voy al conejo feliz.
Un beso patente
jajajajajajajajajaajaj
El autor de tu relato puede ser el mismo Lord Byron redivivo. . . suponiendo que él conociese los benjamines. Preciosa y decadente atmósfera, infiero. Salud, no obstante.
Gracias Marcos, me motiva el Madrid decadente y sus personajes, además acabo de aprobar filosofía del Derecho de 3º y escribo más raro.
Un abrazo
De nuevo tu sello en el relato, siempre nos llevas a tu terreno, esa tensión sexual, pero sin tensión, todo natural. Todo un rey de la noche, a pesar de que cada vez le cueste más (atravesar el cortinaje).
Y otro mes que inauguras tu, sin duda ¡eres el primero!!!
Besitos
Estás hecho todo un canalla.
Un crápula que entremezcla recuerdos vividos, con otros quizá no tanto, y el cocktail resultante huele a noche, sexo, alcohol…
Pero también a nostalgia, a tiempos pasados…
Huele a VIDA, carajo!
Un abrazo y a seguir por esa senda(con o sin churros).
Empecé sonriendo con el texto y tras leer los comentarios la carcajada se mostró entera, clara. Eres un auténtico monstruo (no de feo) grande. Abrazo elemento
Epi, como siempre enciende la tarima y nos regala a los lectores tus relatos cargados de picardía. Bien por este viejo bohemio, que se resiste a claudicar mientras existan los “Conejos Felices” y las “Liebraton”. Me ha gustado mucho y me he divertido. ¡Suerte!
Saludos.
Un paseo nostalgico por el lupanar. Me gusta el juego de palabras de laberinto y Liebraton. Al protagonista le pesa el cortinaje qu e ne otros tiempos levantara sin tanto esfuerzo. Suerte
Un beso
Epi, has sabido crear una atmósfera nocturna, sensual y laberíntica. Laberinto de deseos. Suerte y beso.
Me encanta el relato. Saboreas a plenitud las noches de rumba.
Abrazos
Epi, parece que la noche no le fue tan mal y hasta hubo churros, que ricos, los churros.
Un relato muy bien ambientado, en el que nombras el hotel Tirol. Yo de joven también estuve por esos lares, pero no me acordaba de cómo se llamaba esa bebida, bueno ni siquiera sé si la llegué a probar, supongo que si era su sello, también la habré consumido.
Paso muchas veces por él,por la calle Marqués de Urquijo, pero ya nada es lo mismo. La calle Princesa antes estaba repleta de bares, ahora solo queda Manolo y tiendas, solo tiendas.
¡Ay qué tiempos! que mayor soy.
Felicidades Epi, me has hecho pasar un buen rato.
Epi, me he autoobligado a leer 1todos! los relatos. No sé si me dará tiempo, y por eso comienzo por el tuyo:
laberíntico, como la vida misma, hasta se palpa el amniente.
Qué decir que no se haya dicho ya. Excelente historia. Mucha suerte. Charo
Otro recuerdo feliz para el álbum del aficionado a lo que se esconde tras los cortinajes que apenas puede abrir. Otro micro que lleva tu inconfundible sello, me gusta que sigas siendo siempre fiel a ti mismo. Compra más churros Epi, muchos más.
Un beso.
Ese párrafo final es una muy buena imagen, que deja con una sonrisa. Muy visual el micro se ve muy bien al tipo y su noche antes de ir a comer churros.
Suerte
Besitos