POLVO ERES
De la rutina insípida de su oficina, le saqué en un
momento, en cuanto me senté encima de la mesa, delante de él y abriendo las
piernas le hice ver que no llevaba braguita.
Se quedó con la boca abierta y aproveché con mis
pies para acercarle con la silla giratoria y apoyar mis estilettos en su bragueta.
Sentía su excitación y su deseo de tocarme, pero yo
no le dejaba. Entonces al intentar separar mis rodillas y yo resistirme, noté
como uno de mis tacones de vértigo, penetró en sus partes pudendas.
Con un alarido, rodó hasta el alféizar y se
precipitó al vacío.
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