Melano Blahnik
Naricilla respingona y un
cuerpazo de escándalo, cuánto más me miraba al espejo y eso que era mi mayor
crítica, más me daba cuenta que el mundo era mío.
Giraba sobre mí, desnuda, de
un lado para otro, delante de mi vestidor con focos, sobre mis “manolos” recién
comprados por mi nuevo novio, para verme desde todos los ángulos y no
encontraba ninguna imperfección, bueno, ese lunar negro al lado del ombligo,
pero que a los hombres les encantaba, sobre todo a aquél medicucho que no hacía
nada más que admirarlo y quería quedar otra vez conmigo, que le den.
Yo estoy hecha para mejores
paladares.
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