PARASOMNIA, PARA QUÉ
Durante varios años, en el
orfanato, la cuidadora, se acercaba sigilosamente a mi cama y retiraba de golpe la ropa de
cama. Muchos días, la mancha amarillenta delataba que me había hecho pis.
Las risas y los dedos acusadores
aún me persiguen y no he conseguido hacer todavía una vida normal. Durante toda
la jornada las sábanas y el colchón de lana se iban secando y el escarnio
duraba durante el estudio y en el recreo.
Por la noche, el olor y la humedad retrasaban
mi sueño, eso y los ruidos del dormitorio, pues mi meada era la única defensa
cuando los chicos mayores abusaban de mi cuerpo. Muchas veces me pillaron
dormido y entonces las vejaciones eran asquerosas.
Entre varios me sujetaban y me tapaban la boca
y otros me sodomizaban o se corrían en mi cara.
Las duchas me aterraban, me
llamaban gorrino y todo eso era para ser menos apetecible a los sátiros de mis
compañeros del hospicio.
Recuerdo las reprimendas mientras
se oreaban las sábanas al viento y yo,
sin poder decir nada pues mi vida correría peligro. Ahora soy profesor de primaria.
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