Siempre me
gustó, que el tío que estaba entre mis muslos, me poseyera con fuerza y con
pasión.
Que me dijera en la oreja cosas guarras, me encanta y que me insultara
y que yo como defensa, me debatiera en una lucha de brazos y piernas hasta
quedar exhaustos entre las sábanas de seda.
Entré en el club Shibari, aleccionada por una amiga.
Cortinas rojas y una barra donde servía bebidas un
tío con collar de cuero con cadena a la pared, desnudo salvo los correajes y un
slip de piel negra.
Dos esbirros con máscaras me quitaron las ropas y me
cargaron de cadenas y de una especie de cinturón de castidad, entré en la
mazmorra en esta cárcel, estos hierros se me clavaban en la ingle, pero no fue
nada, peor, cuando me colocaron en la cruz de San Andrés.
Me pusieron un separador de labios y apareció un tío
con la cosa más bestial que yo había visto nunca y una palmeta, solo dije ahh.
No hay comentarios:
Publicar un comentario