BUCLE
Luego cruzó el pasillo, bajó al
sótano y mató al prisionero.
Mientras limpiaba la sangre que impregnaba la
habitación, notó un pálpito en la entrepierna al recordar a la mujer que había
dejado en la cama, voluptuosamente desmadejada entre las sábanas de raso, que
despreocupadamente enseñaba sus morbideces y le hacía señas de que
volviera.
Arrastró el cadáver
amontonándolo junto a los que ya estaban en el rincón.
La cantidad de brazos y
piernas semejaban varias Shivas abandonadas y esta imagen le provocó una nueva
erección, se dio la vuelta, subió las escaleras del sótano y luego cruzó el
pasillo.
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