A PROPÓSITO DE
UN CASO
La definición de vulva hoy día ha cambiado, comprende unos genitales femeninos de rostro
lampiño, piel rosada, incólumes formas ovaladas y un tímido clítoris.
Dirijo una clínica
de Cirugía Genital y Labioplastia y no
estoy de acuerdo, se lo digo a todas mis pacientes, las vulvas son siempre
bonitas.
Hay vulvas
pelirrojas o de un azabache ensortijado, con piercings o depiladas en variopintas formas geométricas,
pulposas o de corte anguloso, simétricas o con cierta cojera lateral y clítoris
hermosos o no.
Los medios, la moda
y el porno tienden a separar unas vulvas buenas
o bellas –rosadas con labios
pequeños– y otras malas o poco atractivas».
Dicho esto,
presento a este Congreso mi último caso clínico.
Entró en mi
consulta una mujer caucásica, atractiva, de unos treinta y tantos años y nada
más sentarse se echó a llorar. Dejé que se tranquilizara y me contó que estaban
a punto de echarla del trabajo.
En un club, toda las noches realizaba
malabares diversos terminando su actuación con la introducción en su vagina de
varias pelotas de ping pong que luego expulsaba con maestría.
Últimamente notaba falta de fuerza y parecía
más una gallina poniendo un huevo que un
cañón disparando.
Pasamos a la sala
de exploración y la coloqué en posición ginecológica y al asomarme me di de
bruces con los belfos del camello de Melchor.
Me puse el guante
de látex e introduje dos dedos preguntándole si le hacía daño, me sonrió y me dijo que hasta hacía poco, era capaz de quitarme el guante con su
musculatura vaginal.
Hubo que operar.
Reforcé con anillos de músculo estriado las paredes y recorté con bisturí
eléctrico las excrecencias de los labios menores.
Meses después,
acudí una noche al club donde actuaba y me situé en la última fila, amparado en
la oscuridad.
Estuvo espectacular
y al final se quitó la braguita de lentejuelas, se introdujo las pelotas y
disparó.
La que cogí al
vuelo la observé a la luz de la vela, ponía
“I LOVE, DOC “
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