ÚLTIMA FILA
Temblamos tanto, que las palomitas se derramaron sobre las
piernas.
El payaso agarró la mano del niño desde la alcantarilla, todos en la
sala gritamos al unísono, habíamos
entrado en un pánico colectivo por los sustos continuados.
Pensé que en la fila de los mancos, tendría una oportunidad
con mi chica, pero las cosas no iban como había planeado.
Aunque no podía quitar los ojos de la pantalla, notaba como
unas manos se afanaban en recoger las cotufas.
Cuando mi temblor se convirtió en espasmos, acercó su boca a mi oreja y me
susurró, que eso, ya no era una palomita.
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